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En Cantabria, hemos conseguido estar a la cabeza de nuestro país salvando vidas en la gestión de la pandemia, muy por encima de la media del resto de comunidades autónomas. Ahora, como esa máxima que nos dice que la energía no se crea ni se ... destruye, solo se transforma; la atención a la salud tras el paso de la pandemia se transforma en un nuevo escenario que debe dar respuesta a los riesgos que supone sobre la salud mental de las personas, en especial de las personas más jóvenes.
Leemos en multitud de informes sanitarios y sociológicos que el miedo, la ansiedad y la incertidumbre se han hecho omnipresentes entre nosotros en estos tiempos acelerados, con tanta intensidad que casi hemos aceptado que así sea. Con la pandemia la situación ha empeorado sustancialmente, sobre todo, según indican los estudios de las organizaciones especializadas entre la infancia y la juventud.
Corremos el riesgo, no solo de acabar dando por normales situaciones que no lo son, sino de dejar en desamparo a muchos niños y jóvenes cuya salud mental está sufriendo un serio deterioro, con todo lo que eso supone para las familias y para nuestra región.
Los indicadores en Cantabria no son mejores que en el conjunto de España. Desde el Servicio Cántabro de Salud nos avisan de que se ha producido un aumento de casos graves que requieren atención hospitalaria parcial o a tiempo completo, por trastornos alimentarios, tentativas de suicidio y fuerte inestabilidad emocional, ante cuyo incremento ningún sistema sanitario y menos aún con la tensión producida por una pandemia está preparado.
Por eso actuamos, pero además conviene que todos los actores sociales y políticos de la región conozcan, conozcamos, las acciones que desde el Servicio Cántabro de Salud impulsamos a través del Plan de Salud Mental Infanto-Juvenil del Nuevo Plan de Salud Mental 2022-2026.
Actuamos, asumimos el compromiso social desde el Gobierno de Cantabria que refuerza nuestro servicio público de salud, con la atención sanitaria necesaria, accesible e igualitaria que garantice nuestra atención y la de los nuestros, sea cual sea nuestro nivel de renta, apellido o lugar de residencia.
Actuamos para hacer frente a esta nueva realidad que se aleja de la utópica nueva normalidad, con medidas como la creación de una Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Infanto-Juvenil en el Hospital Valdecilla en el área de Pediatría que evitará ingresos en la planta de adultos del servicio de Psiquiatría, un servicio novedoso y pionero en nuestro país, que según los expertos contribuirá de forma positiva en la recuperación de los pacientes infanto-juveniles.
Otra medida que cuenta con el apoyo del colectivo profesional de Salud Mental del Servicio Cántabro de Salud es la creación de una aula educativo-terapéutica en coordinación con Educación, dotada con un equipo de atención específicamente dedicado.
La atención centrada en garantizar la salud mental de nuestra infancia y juventud pasa también por la ampliación del horario del hospital de día infanto-juvenil, de las consultas de alta resolución para apoyar la actividad de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, o del servicio de urgencias con disponibilidad de psiquiatras con perfil infanto-juvenil.
La crisis sanitaria provocada por la pandemia ha generado nuevas debilidades en nuestro sistema de atención a la salud en las que debemos trabajar también en aspectos preventivos, educativos y de ocio para que la juventud de Cantabria y sus familias encuentren en sus instituciones todo el apoyo y cercanía que necesitan.
Conocer y dar a conocer estas medidas es sin duda una tarea de todos, para hacer saber que no estamos solos, ni solas, sea cual sea nuestra edad para afrontar los momentos en los que nuestra salud mental se ve comprometida.
Es cierto que gran parte de las cuestiones que deterioran la salud mental tienen que ver con los valores de excesivo individualismo, de competencia exacerbada y de falta de expectativas que acompañan los itinerarios vitales de los jóvenes y que a menudo como sociedad no priorizamos. Situaciones, circunstancias sociales, que el paso de la pandemia a lo largo de dos años de nuestras vidas no ha hecho más que agravar.
El Plan de Salud Mental Infanto-Juvenil que ponemos en marcha desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria ha de servirnos también como llamada de atención para que todos, en todos los niveles sociales, institucionales y de la administración seamos capaces de reclamar e impulsar políticas que den respuestas y oportunidades reales de crecimiento personal y social, desde la participación de todos, especialmente las generaciones más jóvenes.
Porque cuando se gobierna lo único que no es discutible, es aquello que es medible. Los hechos que dejan atrás las palabras, los hechos, como este Plan de Salud Mental Infanto-Juvenil que apoya a las familias de Cantabria a través de servicios públicos de calidad.
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