¿Qué será lo próximo?

Al grano, que voy con prisa. Tengo que estar en casa antes del toque de queda -a este paso a la hora de merendar- ... y este comentario es mi última tarea del día. ¿Se acuerdan cuando creímos que volveríamos a ser felices? No hace tanto. Acabábamos de dejar un verano de récord turístico, los contagios habían bajado y todo era optimismo. «Hemos pasado ya el pico de la segunda ola». «Hay una clara tendencia a la baja». Explicaban quienes nos gobiernan. Y algunos, como buenos ciudadanos, aplicados, asumían con esperanza. Qué bien sentaban esas comparecencias corales en las que detrás de las mascarillas se intuían rostros de satisfacción por los datos positivos de nuestra comunidad, envidia del resto. Esas alocuciones en las que, faltaría más, no se responsabilizaba a nadie de los contagios y en las que se aplaudía a los ciudadanos en general. Y en las que siempre había un momento para poner en valor la «labor coordinada sin la cual no podríamos mantener estos datos», positivos en ese momento. ¡Qué tiempos aquellos!