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Se acerca la hora de la verdad. ¿Serán capaces los gobiernos europeos de aprobar el instrumento europeo de recuperación en julio para que esté disponible lo antes posible? ¿Se parecerá el instrumento que finalmente se apruebe al presentado por la Comisión? ¿Habrá acuerdo en España ... sobre la prioridades de la reconstrucción y el uso de los recursos europeos? ¿Cómo actuarán en este contexto las comunidades autónomas? Estas, y otras preguntas, están hoy en el debate político. Todas son pertinentes, pero yo me quiero detener en la última, con especial atención a nuestra comunidad.
He observado, con cierta preocupación, como durante el confinamiento, y en el marco de las distintas conferencias de presidentes, las comunidades han responsabilizado al Gobierno central de todos los aspectos negativos relacionados con la pandemia o de decisiones que eran duras paras los ciudadanos. Por contra, han tratado de exculparse de situaciones bajo su responsabilidad y apuntarse cualquier avance en positivo. Ha aparecido, nuevo, el discurso del agravio, por ejemplo en el reparto de los 16.000 millones de euros o la gestión del ingreso mínimo vital. Se ha ninguneado el efecto de las medidas del Gobierno en apoyo de los ciudadanos, empresas, trabajadores y autónomos. En Cantabria, 90.000 personas -70.000 trabajadores por cuenta ajena y 20.000 autónomos-, han tenido un salvavidas al que agarrarse a través de los ERTE y las prestaciones a los autónomos. Cinco mil empresas han realizado cerca de 7.000 operaciones a través del ICO avalando operaciones financieras por más de 620 millones de euros. Cifras, todas ellas inimaginables hace unas semanas y que indican una actuación del estado totalmente diferente a los que sucedió en la crisis de 2008. ¿Qué ha cambiado? La posición de Europa y que en España ahora hay un Gobierno progresista.
¿Qué debe de hacer ahora Cantabria? Existe la tentación, a la vista de algunas declaraciones, de profundizar en lo que parece un camino: confrontar con el Gobierno central y utilizar el discurso del agravio. Con independencia de que un Gobierno regional debe defender los intereses de la comunidad siempre, no me parece una actitud inteligente y, en todo caso, denota una incapacidad para entender el momento actual. Los recursos que lleguen de Europa, a través del instrumento de recuperación, están muy determinados y sujetos a una clara condicionalidad. Por un lado, fortalecer el estado de bienestar, con especial atención a la sanidad, la educación y una revisión profunda de la atención a la dependencia. Por otro lado, una salida de la crisis no convencional, de acuerdo con la hoja de ruta marcada por la UE, con una política económica que impulse un crecimiento económico sobre nuevos criterios: la transición ecológica, la economía circular, la digitalización, más inversión en ciencia e I+D+i, atajar la despoblación del medio rural impulsando la actividad económica en su territorio.
Quiere decir todo esto que el desligue de los fondos que lleguen de Europa, no lo será tanto por la características de los territorios (población, dispersión, orografía, envejecimiento,...) como por los proyectos (públicos, privados y mixtos) que, con arreglo a la hoja de ruta de la UE, se puedan desarrollar en esos territorios y sean susceptibles de ser abordados a través de una financiación europea. No hablamos de financiación autonómica, ese es otro debate.
Cantabria tiene la necesidad ineludible de pasar de las musas, qué hacer, al teatro, cómo hacerlo. Creo que en ese sentido vamos tarde. Si estamos reclamando celeridad a Europa en la toma de decisiones, y lo está haciendo a una velocidad de vértigo si lo comparamos con situaciones anteriores, corremos el riesgo de que, habiendo fondos disponibles Cantabria no tenga elaborados proyectos de enjundia para aprovecharlos. Esa incapacidad no se tapará con críticas a estancias superiores o manejo de agravios. ¿Cuándo seremos conscientes, de verdad, de que disponemos de un autogobierno?
En este contexto me preocupa la gestión de todo esto, tanto en el ámbito interno del Gobierno como de las relaciones externas con agentes sociales y económicos. Lo que podríamos llamar la gobernanza de la recuperación de Cantabria. Un repaso a lo que se está haciendo en otras comunidades (Andalucía, Asturias, País Vasco...), todas ellas preparando actuaciones para acceder a los fondos europeos, nos indica en qué sentido debería moverse nuestra comunidad.
En el ámbito interno es preciso garantizar la transversalidad de las actuaciones. Contar con el apoyo y la asistencia técnica de la Comisión Europea (a través de la iniciativa Jaspers), así como de la OCDE, es una muy buena noticia de cara a garantizar la calidad de los proyectos. Pero se necesita una visión transversal de toda la administración regional. De igual forma es importante garantizar una interlocución eficaz con todo lo externo a la administración pero cuyo concurso es imprescindible: agentes sociales y económicos, grupos de investigación, clusters empresariales, tejido emprendedor, resto de instituciones, fuerzas políticas...., con una visión también transversal e integradora.
Entiendo que no sería descabellado, para alcanzar este propósito, poner en marcha la figura del Comisionado para la recuperación de Cantabria. Esta figura debería tener como objetivo inicial y urgente, levantar proyectos susceptibles de captar recursos del Fondo Europeo para fortalecer el tejido económico y sentar las bases de una nueva política económica. Pero, desde mi punto de vista, no ha de finalizar aquí su misión. Creo que es imprescindible también que se le responsabilice de la prospección y estrategia de la región a largo plazo. Afrontar esta misión con ciertas garantías hace imprescindible contar con todo el talento disponible al servicio de la región.
Se trata en definitiva de ejercer el autogobierno para, utilizando los recursos europeos y nacionales, sostener, en principio, el máximo tejido productivo y, además, ir construyendo el futuro económico de Cantabria. La tarea no es sencilla, pero no hay alternativa. Además es mucho más estimulante y más agradecida por los ciudadanos, que limitarse a culpar a lo exterior de todo cuanto nos sucede. Utilizar el autogobierno para levantar proyectos con una gobernanza adecuada es lo que reclama la realidad actual.
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