Prudencia frente al optimismo
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Las vacunas son uno de los grandes avances de la historia de la humanidad, y la mejor forma de prevenir y acabar con las enfermedades infecciosas. La OMS estima que evitan de 2 a 3 millones de muertes al año, y gracias a ... ellas se ha conseguido erradicar la viruela, que mató a 500 millones de personas en sus últimos 100 años de existencia, y poner al borde de la extinción la poliomielitis. Así, no es de extrañar que todo el mundo piense que la vacuna será la solución perfecta para el covid-19.
Actualmente hay más de 150 candidatas en desarrollo en el mundo, por lo que es posible que en cualquier momento aparezca una vacuna lo bastante efectiva como para frenar los contagios, pero no hay garantías. Sobre el papel, desarrollar un candidato parece algo sencillo, pero a la hora de ponerlo en práctica es un proceso realmente complejo.
La esperanza de contar en breve con una vacuna o tratamiento efectivo contra el covid-19 puede ser un alma de doble filo. Además de la decepción que causaría si las expectativas no se cumplen, un exceso de optimismo podría crear una sensación de falsa seguridad y fomentar una relajación de las medidas de prevención y control del virus que han demostrado ser eficaces para evitar su propagación.
Sin querer pecar de pesimistas, vamos a exponer algunas razones que sugieren que la vacuna milagrosa que nos libre de esta pandemia de forma inmediata quizás no llegue tan pronto.
Las prisas no son buenas: El proceso normal para hacer una vacuna es de entre 10 y 15 años. Esperar tener una perfecta en menos un año, y que nos permita volver automáticamente a nuestra vida anterior, es demasiado optimista. Además, los efectos secundarios de las vacunas se estudian principalmente en la fase 3, la más larga y donde participa el mayor número de voluntarios. Acortar esta fase de ensayos conlleva un riesgo.
Tiene que proteger en humanos: Ahí suele fallar la mayoría de los candidatos. Una vacuna puede estar muy bien diseñada, ser segura, proteger al cien por cien en modelos animales e inducir una respuesta inmune fuerte y anticuerpos neutralizantes, pero fracasar cuando se prueba en humanos.
Querer no siempre es poder: Aunque ha habido algunos proyectos, hasta el momento no hay vacuna disponible para ninguno de los otros coronavirus que afectan a humanos. La buena noticia es que sí las hay frente a algunos coronavirus que infectan a animales.
Producción y distribución a gran escala: Uno de los principales retos será la producción masiva a gran escala para que llegue a la mayor parte posible de la población mundial, hablamos de miles de millones de dosis. Y si es posible, sin afectar a la producción de otras vacunas importantes. Conseguido esto, no sirve de nada tener una vacuna si no llega al usuario final, y alcanzar una distribución mundial eficiente plantea importantes problemas logísticos.
La inmunidad natural parece durar poco: Ya se ha contrastado que personas que pasaron la enfermedad pueden volver a contagiarse, algo relativamente habitual en enfermedades infecciosas. De hecho, no existe ninguna enfermedad viral respiratoria descrita en la que no se produzcan reinfecciones.
La edad es importante: Proteger a los mayores de 60 años del covid-19 es una de las metas más importantes de los investigadores, pero a medida que vamos envejeciendo, nuestro sistema inmune pierde eficiencia y las vacunas son menos eficaces.
Tecnología demasiado reciente: Muchos de los candidatos a vacuna que se están probando ahora están basados en tecnologías genéticas relativamente recientes. Tienen muchas ventajas, por ejemplo, un menor coste y la necesidad de una infraestructura de producción mucho más reducida. El principal problema es que todavía no se ha comercializado ninguna para humanos.
Protección incompleta: Todo parece indicar que las primeras vacunas sólo protegerán de forma parcial frente a la infección, la inmunidad sería de corta duración y no funcionarían para todo el mundo, lo que es mejor que no tener ninguna vacuna. Siempre es posible que en el futuro se desarrollen vacunas más complejas que consigan mejores resultados.
Aunque el esfuerzo sin precedentes y los resultados preliminares inviten al optimismo, la realidad puede ser muy diferente. Por ello, es necesario evitar caer en un exceso de confianza y contemplar todos los posibles escenarios. Y es importante recordar que, mientras la pandemia no remita, es de vital importancia respetar las medidas de protección sanitaria básicas por todos conocidas, que realmente funcionan para evitar contagios.
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