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Cómo restaurar el estímulo de los decepcionados votantes socialistas que reclamaban un acuerdo de izquierdas y no una repetición de las elecciones para que vuelvan ... a las urnas el 10-N. Cómo frenar el empuje regionalista, que es el socio en el Gobierno regional y a la vez un enconado adversario electoral. Para el PSOE de Cantabria, que aspira a repetir el mes que viene su histórica victoria del 28 de abril, los peligros no sólo están en la derecha y en la izquierda sino también dentro de casa.
Los dirigentes socialistas arengan a la tropa con la energía obligada en los trances electorales, pero el optimismo parece algo más impostado a medida que se suceden los sondeos cicateros con sus siglas. El barómetro del CIS que en Cantabria daba al PSOE más votos que a todos sus rivales juntos, con sólo 80 cuestionarios, era más bien una broma. Los equipos de José Félix Tezanos trabajan desde entonces en una encuesta que asigna a Cantabria 399 de las 18.000 entrevistas en toda España, más de las que le corresponden por población, porque se amplía la muestra en las comunidades más pequeñas. Seguramente el estudio volverá a irritar a los adversarios al PSOE, pero al menos resultará más fiable.
La victoria socialista sobre el PP en las elecciones de abril fue por 13.000 votos, una ventaja solvente pero no insalvable con los populares en franca mejoría en los sondeos. Repetir el triunfo y mantener los dos diputados y tres senadores que les dieron las urnas no será fácil. Los socialistas confían en exprimir un poco más a Unidas Podemos, aquí sin la interferencia del partido de Íñigo Errejón, en beneficiarse de la deriva declinante de Ciudadanos y en que Vox, espoleado por la exhumación de los restos de Franco, se mantenga cerca de su importante cuota de abril y no se desplome en favor del PP.
Pero más allá de esas cábalas, lo trascendental para los socialistas, en Cantabria y en toda España, es evitar la abstención, reeditar en la medida de lo posible la gran movilización del 28-A, que entonces tuvo la consigna firme y eficaz del freno a la triple derecha y que hoy no está nada clara. Como los juegos malabares de Pedro Sánchez para no pactar con Pablo Iglesias y repetir los comicios, como el volantazo de la izquierda al centro, como las contradicciones del patriótico 'Ahora, España' con los pactos con los independentistas en Navarra o Cataluña.
Todos estos factores operan en el estancamiento del PSOE en los sondeos que, en todo caso, son muy provisionales, cuando el escenario es tan incierto, especialmente por los imprevisibles efectos de la sentencia del 1-O. En todo caso, el Gobierno en funciones de Sánchez todavía tiene tiempo de sobra para desplegar a toda vela sus recursos, incluida la alegría en el gasto público, y el gran apoyo mediático de que dispone.
En Cantabria, el PSOE tendrá que hilar fino para competir en las urnas contra el que es su socio en el Gobierno, el PRC. Esta vez con más contundencia que nunca porque el regionalismo verificó en abril, con gran satisfacción, que su voto útil era a Mazón, que ya no está dispuesto a regalarle papeletas al PSOE sino a sisarle todas los que pueda. En fin, nunca es fácil la convivencia en el seno de la coalición gubernamental, mucho menos en tiempo de elecciones, mucho menos cuando el presidente Revilla quiere ser y parecer, y hacer ver a todo el mundo, incluido a los votantes socialistas, que es él, y no el PSOE de Pablo Zuloaga, el auténtico interlocutor –el 'intermediario', que dice el candidato Pedro Casares– de Pedro Sánchez en Cantabria. Al PSOE le toca marcar distancias con su aliado hasta las elecciones. Por ejemplo, con medidas de gobierno orientadas al progreso social y con leyes de alto calado ideológico como la Memoria Histórica y los derechos LGTBI.
Pablo Zuloaga hace bien en contener el triunfalismo en su discurso, llamar a la cohesión de su partido y señalar el peligro de la abstención para intentar una nueva victoria que a día de hoy parece más difícil que hace cinco meses y medio. El chirriante relevo forzoso de quien fue número uno al Congreso en el triunfal 28-O, Luis Santos Clemente, por Pedro Casares, ha levantado ronchas. Por ejemplo, en el seno de la UGT, a la que Santos Clemente ha estado vinculado toda la vida, y cuando además la influencia del sindicato fue decisiva para que Zuloaga se convirtiera en el nuevo secretario general del PSOE cántabro. También ha puesto en entredicho la idea de que en el nuevo PSOE es la militancia la que toma las decisiones. Zuloaga y su equipo asumen el cambio, no faltaba más, pero intentan hasta donde es posible tomar distancia con una medida adoptada por el todopoderoso 'dedazo' de Pedro Sánchez.
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