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La deuda con el personal sanitario es enorme. Y hay que pagarla. En la pandemia ha que dado certificado que el sistema público de salud es el que necesitamos, tanto para futuras crisis epidémicas como para poder ofrecer los servicios necesarios derivados de las enfermedades. ... El sistema, sin sus profesionales, no puede existir. Igual que sin los medios que se requieren. A estas alturas no es preciso repetir lo que ha quedado demostrado: el gasto en Sanidad es una inversión.
En el último medio siglo hemos visto, entre otros virus, el Sida, el SARS, la H1N1, el MERS, la Gripe Aviar… que han matado a millones de personas. Es lógico pensar que los virólogos sabían que un virus podía causar una pandemia. El covid 19 ha convertido la interdependencia de países y personas en algo asombrosamente evidente. Ningún país, ningún gobierno, contaban con un guión o norma previa para gestionarlo. Y, como a todos los brotes epidémicos, se le está venciendo con medidas comunitarias y asistenciales. Las comunitarias exigen responsabilidad colectiva de la ciudadanía; las asistenciales están en manos del sistema sanitario y sus profesionales.
Cuando esto termine, estamos obligados a no olvidar el inmenso esfuerzo de los profesionales sanitarios, el enorme precio pagado por los profesionales del sistema público de salud que han salvado miles de vidas en hospitales y centros de salud, mientras alcanzaban niveles de contagios impropios de un país como el nuestro. Y ahora, mientras ejercen su vocación y aplican sus conocimientos, hay que darles seguridad y confianza. Porque, cuando quiebra la confianza, el edificio social se desmorona, reina la incertidumbre y se instalan la sospecha y el miedo. Si quiebra la confianza de los profesionales sanitarios, el sistema publico de salud se cae.
Así creo que lo ha entendido el responsable de la Sanidad Pública en Cantabria. En contra de ocultar la realidad (como escribía hace días un digno articulista en este medio) se ha puesto al frente de ella, con los profesionales, exponiéndose a reacciones lógicas de indignación contenidas.
Sabemos que sin lo público somos insignificantes y que esta crisis puede impulsar el renacimiento del Estado de Bienestar mediante su reforma. Sólo lo público nos sacará adelante, priorizando la financiación en la sanidad pública y complementándola, si es necesario, con el valor indiscutible que aporta el sector privado, como se ha visto en esta crisis.
La altura que merece adquirir la sanidad publica y sus profesionales en el debate político hay que ponerla en valor. No solo porque es determinante en nuestro modelo de sociedad, sino porque es clave en el desarrollo económico. Los políticos repetimos que «hay que cambiar el modelo económico», «hay que buscar nuevos nichos de empleo», «es imprescindible invertir en conocimiento, I+D+i». Tenemos en Cantabria un hospital de referencia nacional que permite transformar el discurso de la sanidad prestadora de servicios, a generadora de valor, talento y desarrollo económico.
En este camino, es esperanzador la última propuesta de Idival (Instituto de Investigacion Sanitaria Valdecilla): para formar y crear una red de profesionales investigadores en los retos del sistema sanitario, que asienten en Cantabria sus centros de inteligencia. Se afianza así nuestro hospital como tractor generador de recursos para la región. Diplomacia sanitaria, se llama, la acción de la Consejería de Sanidad acordando iniciativas de este tipo con instituciones de otras regiones que permiten 'vender' Valdecilla.
La integración de la Sanidad y los Servicios Sociales será un elemento clave en el modelo de bienestar futuro. Las secuelas de la pandemia nos lo muestran. La enfermería en Atención Primaria y hospitalaria ha mostrado su enorme potencia en esta tragedia. Hay que fortalecer sus funciones. La epidemiología, la medicina, las vacunas y un liderazgo fuerte y compartido por la Sanidad, son las mejores armas para luchar contra estas 'guerras'. Pero… hacen falta más fondos para transformar el modelo asistencial, reforzar la atención primaria y gestionar lo público para el bien de los pacientes y la seguridad de sus profesionales. Seguridad que además de exigirla al Gobierno, los jueces deben respaldarla con sentencias ejemplares cuando se atenta contra ellos.
La defensa del Estado de Bienestar y la protección de los bienes que debieran ser comunes y lo son cada vez menos: el aire, el agua, la salud, la información, la energía, la moneda… conforman el programa con el que todo político honrado debiera presentarse. Porque, para quien por más que trabaje no sale de la pobreza, la nación es lo único que tiene. Y esto tiene poco que ver con banderitas, pasados de gloria y nostalgias. Hablo del Estado de Bienestar.
Un gran pacto de Estado, como reivindica siempre el presidente de la Organización Medica Colegial, el respetado doctor Tomas Cobo, sobre la reforma del sistema publico de Salud, es la esperanza de los ciudadanos que creemos en esa nación acogedora de todos. Nadie en política debiera arrogarse frente a otros el monopolio de la democracia, el amor a la patria o el sentido común. Los políticos no podemos,cuando nos toca, actuar degradando la vida parlamentaria y pública con frentismos o insultos. Porque eso marca escuela.
El mundo es muy complejo y las soluciones para los servicios públicos no son sencillas. Quienes antes estuvieron al frente de la Sanidad Publica tenían carencias: listas de espera, agresiones a los profesionales y escasez de los recursos necesarios. Hoy, podíamos todos compartir preocupaciones y proponer soluciones. Porque lo importante no es quien gana. Sino que el sistema funcione. Y, para eso, los profesionales del sistema público de salud tienen que trabajar seguros. Una de las prioridades del nuevo área de gestión de Sanidad en Cantabria es el respeto a la profesión sanitaria. Loable objetivo. Se lo merece la sociedad de Cantabria que muchas vidas ha perdido . Y se lo merece nuestro sistema público de salud que muchas vidas ha salvado.
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