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Hace unos días se reunió en el Palacio de La Magdalena el Consejo Asesor del Clúster de la Industria de Defensa (CID), que es un órgano consultivo formado por personas del ámbito civil de reconocida trayectoria profesional y miembros de las Fuerzas Armadas en situación ... de reserva. Todos con un denominador común: nuestra permanente vocación de servicio y, por ello, dispuestos a colaborar en la medida de nuestras posibilidades con los fines de esta agrupación sin ánimo de lucro que aglutina a cerca de sesenta empresas, centros de investigación y conocimiento y entidades públicas y privadas de toda España.
La reunión giró en torno a los 'Retos y oportunidades para la industria española de defensa, ante los nuevos desafíos geoestratégicos'.
Hacer frente a un desafío requiere identificar carencias y necesidades, fijar objetivos y establecer un plan para alcanzarlos, dotando a éste de los recursos económicos precisos: saber qué necesito, para cuándo lo necesito, cómo lo puedo conseguir, quién me lo puede proporcionar y, quizás antes que nada, de cuánto dispongo para ello.
En el ámbito de la Defensa, son las Fuerzas Armadas quienes determinan sus necesidades, dotadas económicamente a través de los Presupuestos Generales del Estado. Habitualmente, las necesidades superan a los recursos disponibles, generando así un déficit, unas carencias, que, aumentando año tras año, difícilmente pueden solventarse.
Es endémico en España que la sociedad civil no perciba favorablemente el aumento del gasto en materia de defensa, imperando, sobre todo en la clase política, el planeamiento a corto plazo, sin valorar debidamente el intangible de la seguridad. Quizá ello se debe a que la ciudadanía considera que la seguridad es un objetivo ya alcanzado hace tiempo, sin tener en cuenta que el ejercicio de la libertad es imposible sin un marco permanente de seguridad. Pero no se trata sólo de nuestra libertad individual, sino también de la del Estado en el plano internacional.
El americano Henry Kissinger, en su conocido libro Diplomacy, concluye que la política mundial se basa en la ley del más fuerte. Unas Fuerzas Armadas tecnológicamente avanzadas, bien preparadas y de una dimensión acorde con las capacidades del país, darían a España más voz en el plano internacional. Sin duda. Y no solo como elemento disuasorio; si fuera preciso, también mediante la acción. La guerra no es un accidente en la historia de la humanidad, sino una constante. La paz que han vivido las actuales generaciones españolas es excepcional. El aforismo del autor latino Publio Flavio Vegecio, Si vis pacem para Bellum (Si quieres la paz, prepárate para la guerra) de hace casi dos mil años, sigue estando hoy vigente.
Habitualmente, los presupuestos de Defensa se han sacrificado en beneficio de otros intereses del Estado, creando en las Fueras Armadas una situación deficitaria. Ello ha afectado negativamente a su desarrollo tecnológico, en un mundo de avances continuos; al mantenimiento de su material y armamento; a sus infraestructuras... En definitiva, a su operatividad.
El compromiso que el Gobierno actual adquirió, tras la reunión de la OTAN en Madrid, de aumentar el presupuesto de Defensa hasta el 2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), ha sido una buena noticia. Con respecto a compromisos de gobiernos pretéritos, parece que el primer paso se ha dado en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2023. Buena noticia, sí, quizás tardía, para España, para nuestras FAS y para nuestra industria.
Los plazos que se requieren para la investigación, el desarrollo y la producción hasta llegar a la plena operatividad del armamento son largos y precisan de un esfuerzo económico sostenido, no oscilante en función de la variación del horizonte político del momento. Para ello, es preciso llegar a un pacto de Estado entre los grandes partidos políticos españoles.
La Defensa no se improvisa. Un presupuesto de Defensa sin oscilaciones a la baja, con un crecimiento sostenido, hasta alcanzar ese objetivo del 2% del PIB, bien acompañado de una economía nacional vigorosa, nos permitirá hacer frente a los desafíos que nuestra situación geográfica impone; a los nuevos retos tecnológicos en el ciberespacio y el espacio exterior y afirmará la posición española en el marco internacional, tanto en la OTAN como en la Unión Europea, frente a cualquier amenaza exterior a nuestros intereses.
Si vamos a disponer de los recursos, si se tienen identificadas las carencias y las necesidades, disponemos también de un tejido empresarial capaz de satisfacer éstas. El Clúster de la Industria de Defensa, cántabro de origen y proyectado a toda España, anima a alinear cultura, tecnología, investigación y emprendimiento, con las necesidades de nuestras FAS, en beneficio de nuestra seguridad y libertad.
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