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En estos días, mucho estamos hablando de la imperiosa necesidad del cambio hacía una economía medioambientalmente sostenible, responsable y creadora de oportunidades, y poco ... estamos hablando de ejemplos reales de cómo pueden llegar las industrias españolas empresarialmente a ello, con un sector industrial dañado por la crisis económica, con dificultades serias de financiación y con unos mercados globales en los que la competitividad es un handicap. Pero ejemplos de cómo se puede avanzar existen.
Ese ejemplo lo podemos encontrar en Sniace. Empresa fabricante de celulosa y fibra vegetal, que ha cumplido 80 años tras una larga vida aquilatada por alegrías y sinsabores, por éxitos y fracasos, pero siempre empeñada en crear empleo y riqueza sobre una base forestal. Y, a pesar del tiempo transcurrido, mantenemos la energía y la ilusión de la juventud que nos anima a tratar de superar nuevos retos y objetivos, tal y como para nosotros supone el convertirnos en vanguardia de sostenibilidad y economía circular. Creemos que aportamos valor a la sociedad al tiempo que colaboramos por el equilibrio ambiental.
Europa y España firmaron una serie de compromisos que nos ha permitido reducir las emisiones por unidad de valor añadido un 14% en nuestro país, en línea con la media europea. España emitió 0,25 kilos de CO2 por cada euro de PIB (de 2010) producido, ligeramente inferior a los 0,26 de la media. En términos de población, en 2017 emitimos 6,1 toneladas per cápita, claramente por debajo del promedio de la Unión Europea, donde las emisiones fueron 7,3 toneladas por persona. Avanzamos, pero nos queda mucho por conseguir. Y sólo lo lograremos si las instituciones y la sociedad en su conjunto se comprometen en los objetivos ambientales y en los acuerdos internacionales. Y tenemos una buena ocasión para poner sobre la mesa nuestras políticas industriales y medioambientales, que deben armonizarse en una simbiosis de sostenibilidad y equilibrio.
Madrid está acogiendo este año la XXV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU. Así, la capital de España se convierte en centro de todas las miradas comprometidas por las cuestiones climáticas y ambientales. Una oportunidad histórica para que nuestro país consolide su espacio como uno de los líderes de la transición justa y la sostenibilidad, y, también, una excelente oportunidad para compartir nuestra propia experiencia. Y, ¿por qué? Porque, con nuestros ochenta años, podemos servir de ejemplo a otras empresas en circunstancias similares.
Nuestros bosques fijan CO2. Gestionamos con mimo explotaciones forestales y desarrollamos vanguardistas estrategias de investigación sobre plantas y semillas, que nos han permitido obtener patentes y mejorar la especie de eucalipto. Ya en el proceso industrial, nos hemos comprometido con la implantación de procesos totalmente descarbonizados para fabricar la 'fibra del futuro', un producto obtenido a partir de la celulosa, sustitutiva del plástico y cien por cien biodegradable. Y hemos conseguido un tratamiento de los residuos absolutamente respetuoso con el medioambiente para lo que hemos invertido, en los últimos 20 años, más de 139 millones de euros. Hemos optimizado el consumo de agua y hemos conseguido una eficiente depuración del agua residual, con la eliminación de sustancias como el cloro y el zinc. Asimismo, valorizamos las ligninas, anteriormente consideradas como un residuo, reintegrándolas hoy en día en el ciclo productivo como una muestra veraz de economía circular. Además de haber conseguido un frenazo en seco de las emisiones de productos contaminantes, hemos desechado el anterior consumo de carbón como combustible, implantado el uso del gas natural, el combustible fósil menos contaminante, en nuestros procesos de producción.
Estamos orgullosos de nuestros logros, pero aún son muchos los retos que nos quedan por delante, tanto para continuar siendo avanzadilla de políticas ambientales, como los de conseguir asentar y mantener la actividad industrial, amenazada por una competencia internacional sobre la que no se aplica las mismas exigencias ambientales y que, por tanto, gozan de ventajas competitivas al tener que incurrir en menos costos. El ahorro es suyo y la contaminación de todos.
La Cumbre de Madrid debe resultar un acicate eficaz para que todos los países se comprometan a favor de una planeta más limpio, sano y sostenible. Si no se consigue esa responsabilidad compartida, las empresas cumplidoras sufriremos una injusta competencia desleal que podría comprometer nuestro propio futuro. Europa en general, y España en particular, no puede permitirse el lujo de continuar perdiendo industria. Tampoco, por supuesto, de mantener industrias sucias. Por eso, lo inteligente y equitativo es, al tiempo que nos convertimos en referencia sostenible, exigir, por el bien común, idénticos niveles de exigencia para todos los países productores. Pero con independencia a los avatares internacionales, nosotros continuaremos luchando para lograr cumplir otros ochenta años más, siendo conscientes de que sólo lo conseguiremos si invertimos en innovación, en personas, en tecnologías, en calidad de producto, en comercialización y, sobre todo, en sostenibilidad.
Somos una empresa activa en economía circular y sólo podremos crecer si el mercado y la sociedad así nos lo valora y reconoce. Lo sostenible será un paradigma inexcusable y quién no se adapte a sus principios no tendrá futuro alguno. Por eso, con ocasión de la Cumbre, queríamos mostrar nuestra experiencia y valores, convencidos como estamos, de que muchas otras empresas marcharán con nosotros en esta senda de la economía circular y sostenible, única economía posible a medio y largo plazo.
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Ana del Castillo
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