El Puerto crece
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El conjunto de inversiones que confuyen en el espacio portuario de Santander, tanto públicas como privadas, han de conducir a relanzarlo como motor económico de CantabriaSecciones
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EDITORIAL ·
El conjunto de inversiones que confuyen en el espacio portuario de Santander, tanto públicas como privadas, han de conducir a relanzarlo como motor económico de CantabriaEl Puerto de Santander vive una época singular. Están confluyendo un conjunto de inversiones que suman 170 millones de euros y que, a veces con un concepto puramente público y otras con la participación empresarial privada, deberán situar su modelo de negocio sobre un nivel ... más elevado que hasta la fecha. Esto resulta de máxima importancia, por la trascendencia del Puerto para la economía regional, a la que contribuye con un 13% del PIB y un 11% del empleo. Hace ya mucho tiempo que Santander renunció a competir en cifras absolutas con Bilbao y Gijón, asentados en zonas más pobladas y de gran peso industrial. Se trata, en cambio, de promover una oferta diversificada que incremente el valor del Puerto para su entorno cántabro.
La revitalización portuaria se produce en unas condiciones también singulares, pues no se pueden efectuar más rellenos de la Bahía y, por otro lado, la zona de operaciones viene restringida por su perímetro urbano y de vías de comunicación. Solo puede crecer optimizando líneas de muelle, especializando sus terminales, y creciendo en altura cuando sea aconsejable. El apoyo logístico desde La Pasiega está mucho más lejano en el tiempo que las inversiones actualmente en curso, ya que en Parbayón no existe proyecto ni compromiso económico del Gobierno central para ejecutar la terminal intermodal que pudiera dinamizar y dar sentido a dicho espacio. Habrán de pasar años todavía, si es que se llega a cumplir un proyecto del que se viene hablando desde hace más de 15, antes de que La Pasiega entre en sinergia logística con el Puerto.
Lo que no es tan dudoso es que las inversiones actuales van a representar un impulso en el tráfico de contenedores, de vehículos, de fertilizantes y de otras cargas que podrán beneficiarse de las grandes líneas oceánicas. Al mismo tiempo, se mejorará toda la superficie y operativa relacionada con el tráfico de pasajeros y el crucerismo, un dato muy interesante en la medida en que Santander, al estar construyendo una verdadera red de museos y centros culturales céntricos, será cada vez más atractiva como escala. Por tanto, el Puerto está abriendo nuevas posibilidades de negocio y aporta un mensaje de optimismo para los próximos años.
Ahora bien, resulta necesario subrayar que las comunicaciones estratégicas de Santander distan de ser óptimas y que no ayudan a que el Puerto siga subiendo escalones de desarrollo. Las conexiones ferroviarias con la Meseta siguen sumidas en una incertidumbre de ejecución, financiación y funcionalidad. Las que deberían conectar Santander con Bilbao dan la impresión de un proyecto más para los cántabros de final de siglo que para los de la presente mitad. Y el crudo hecho es que hoy Cantabria no tiene asegurada su conexión al eje ferroviario transeuropeo. Para la logística por carretera, la no terminación de la autovía Aguilar-Burgos, algo ya difícil antes de 2030, supone una desventaja adicional.
Todo esto refleja cierto desapego de algunas estructuras del Estado hacia el Puerto santanderino. Lo confirma el detalle poco comprensible de que se le haya negado a la Autoridad Portuaria el edificio de Tabacalera como nueva sede. Difícilmente se hallará espacio más funcional y legítimo para la dirección portuaria. En ocasiones se tiene la sensación de que en las administraciones hay una incoherencia conceptual que solo puede provenir de una fantástica descoordinación política. Sería de desear que el Gobierno de España recapacitase, lo que permitiría además que el Puerto rehabilitara y revalorizara un edificio industrial histórico.
La ejemplar colaboración público-privada en el Puerto muestra el camino que se ha de seguir en muchos otros servicios, buscando la eficacia y abandonando arcaicos clichés ideológicos. El Puerto es el equipamiento que explica la historia de Santander y de gran parte de Cantabria en el último milenio. Constituye un activo cuyo crecimiento de actividad solo puede reportar beneficios al conjunto de la comunidad autónoma.
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