Puertochico, la mar pequeña

Leemos ayer la noticia de que para terminar con ese abandono de décadas se encarga directamente a un profesional mediante contrato menor el proyecto para la reforma de tan significado lugar. La adjudicación directa mediante un contrato de menor cuantía es plenamente legal, pero ¿es deseable que se dibujen algunos de los lugares más significativos de la ciudad como si fuera una obra chica, pequeña o menor?

Si no dejamos de reconocer lo acertado de algunas de las actuaciones del Ayuntamiento, sobre todo las que han mejorado la movilidad vertical y la accesibilidad de la ladera, también debemos señalar, como vecinos y como arquitectos, la contradictoria contratación de los proyectos de arquitectura y urbanismo en la ciudad: si por un lado se convocan concursos de ideas para la urbanización de pequeños o pequeñísimos microespacios para los que se pide la colaboración del Colegio de Arquitectos, que la presta encantado y entusiasta en cada ocasión, se contratan sin esta participación, ni asomo de otra pública, las intervenciones de mayor repercusión y visibilidad.

En los últimos meses hemos visto acabar la plaza de acceso a la Catedral y la plaza de Italia. La única participación pública sobre estas actuaciones va a ser, el me gusta o no me gusta posterior, sin posibilidad de ajuste ni de que la población se implique, siquiera mínimamente, en la calidad de estas actuaciones, sin que las ideas y saber hacer de más profesionales puedan enriquecer el resultado.

Sin cuestionar la solvencia de los elegidos debemos denunciar el método, el proceso y que el resultado final no cuente ni con la concurrencia profesional, más abierta y más completa posible, ni con la participación pública previa, algo que facilita el compromiso y apego del conjunto de la población.

El Ayuntamiento de Santander suscribió en julio de 2018 la Declaración de Davos, un compromiso a favor de la Calidad del Espacio Urbano. El rumbo para esa Calidad puede empezar en un Puerto Pequeño.