El puño cerrado que ahoga la rosa
LA TIERRA DORMIDA ·
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En Marruecos, la baraka es la protección divina de la que disfrutan jerifes o morabitos. Decían de Hassan II que la tenía, y muy especial, ya que había sobrevivido a dos atentados contra su vida. Tener suerte, o mejor, estar en el lugar adecuado en ... el momento preciso, es a veces más importante que bregar por el triunfo. Algo parecido a ese halo debió rondar la cuna que acogió la venida al mundo del concejal socialista José Luis Urraca porque allí donde se produce un acontecimiento capaz de generar fortuna es fácil toparse con este hombre de imagen replegada, cinéfilo, amante de la Historia, cocinilla, siempre aliñado y poco sobresaliente -negación del mitinero- que en su declaración de intereses asegura que como todo caudal tiene un sueldo de concejal y un coche, y que en 2022, no es desdeñable que volviera a reencontrarse con su particular baraka.
Ser el valido de José Manuel Cruz Viadero, podría valerle ser el próximo secretario general de la segunda agrupación socialista más importante de Cantabria y, por qué no, encabezar una lista. Ambos no son, obviamente, grandes oradores, ni portadores de una personalidad arrolladora, tampoco ocurrentes, pero muy hormiguitas. Aunque ajenos al 'star system', se han llevado por delante a quienes parecían comerse el mundo. Quien dudaba de la capacidad del exalcalde para enredar y subvertir, son los mismos que penan purgatorio: Gómez Morante, Ruiz Salmón (experta en puertas políticas giratorias), Aguirre, Oyarbide, Bernardo Bustillo... Ya se sabe, un río aparentemente tranquilo, de agua mansa, puede esconder más remolinos y hoyas que el de aguas bravas.
Urraca supo estar al lado de Viadero cuando le hizo falta y éste le ha señalado como su predilecto. El exalcalde, a tenor de los resultados, no goza del total aprecio de las bases del partido -ni ha logrado su reunificación- donde ha librado por el apoyo del 55% y 63% de la militancia, pero esto no quiere decir poco: Zapatero le ganó a Bono el trigésimo quinto congreso del PSOE por nueve votos. Dicen quienes no le aman -y que no dudan en tildarle de comisario político de Santander- que, con el férreo control de la agrupación local, manteniendo alejados a los críticos a Zuloaga, y asegurando una continuidad huérfana de caporales, conseguiría la recompensa de retreparse en un sillón senatorial.
Para ello hay que mantener el pulso firme y apretar el puño al máximo, alejando a los herejes, aún a riesgo de a base de tanto torniquete se corte el flujo de la savia que mantiene viva a la rosa. El PSOE de Torrelavega vive horas bajas muy lejos de aquellas enormes aquiescencias. De las mayorías absolutas ha pasado a una coalición cuyos goznes ya empiezan a rechinar.
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