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El término 'Guerra Fría' no se ajusta en la opinión popular a lo que quiso decir Bernard Barruch, asesor del presidente Roosvelt, en una sesión del Congreso de los Estados Unidos en el año 1947, término que el influyente periodista Walter Lippman, prestigioso columnista del ... New York Herald Tribune, popularizó hasta generalizarlo. La teoría de Barruch era que la guerra sería fría, es decir, incruenta, mientras el rearme, principalmente el nuclear, fuera tan importante que el enemigo sintiera tanto respeto que no se atreviera a desencadenar una guerra 'caliente' que probablemente no ganaría nadie. Un argumento que resulto suficiente para iniciar la carrera armamentística con el único objetivo de amedrentar al adversario y que influyó por igual en Oriente y en Occidente.
Sin embargo, la opinión más generalizada asocia el nombre con el frío siberiano, con el viento del Este y, sobre todo, con lo desconocido, llegando a la equivocada conclusión de que los eslavos son fríos... y no es cierto. Simplemente tienen frío, que no es lo mismo.
Mi opinión es que la tal guerra incruenta nunca acabó porque las razones de su existencia siguen permanentes y porque nadie se ha preocupado de conocer el Alma Eslava en profundidad, lo que significa, para mí, que es imposible llegar a una mínima relación de amistad, por interesada que sea, entre personas que no se entienden...
Por otra parte, Kjellen, Mahan, Hausshoffer, MacKinder, Cohen y tantos otros no pueden estar equivocados a la vez cuando dijeron que... «Quien domine Rusia dominará el mundo».
Todos los citados llegaron a la misma conclusión aunque por diferentes motivos y medios. Incluido Hausshoferr, el geopolítico del III Reich que dividía el mundo en tres rebanadas, como si de un pan se tratase, siendo la mayor la alemana en su intento de quedarse con África.
Mahan aludía a los más de 37.000 kilómetros de costa de Rusia, factor muy importante para un marino como él.
Cohen dividía el mundo en 'jerarquías', algo así como la división por mundos actual aunque no se cite a los del segundo mundo, esos que aspiran a escalar hasta el primero aun a riesgo de caer desplomados al tercero, y los demás -incluido Kissinger, en su caso muchos años después- llegaban a esa misma conclusión basándose en la grandes riquezas que atesoraba aquello un tiempo llamado 'terra incógnita' aun entendiendo que nadie en aquel atormentado país había sabido explotar y repartir adecuadamente aquellos bienes que la Naturaleza les había regalado y estas, las razones económicas, son la causa de esa guerra heladora que nos ha martirizado durante muchos años.
La Guerra Fría tuvo un paréntesis con Gorbachov y Yeltsin, quienes, entre pitos y flautas, llevaron a Rusia a la quiebra del 98 con el decidido apoyo occidental, si bien es cierto que en esto influyeron otros factores. Chubais, Shatalin y su plan de los 500 días, Gaidar, los oligarcas, la mafia... La deuda externa de la URSS que asumió entera Rusia, que incluso quedó excluida del programa TACIS de la UE para ayudar a las recién libres repúblicas nacidas de la extinta URSS. Pero sobre todo influyeron los gobiernos más débiles de la historia eslava, que lo consintieron con el beneplácito occidental dispuesto a sacar tajada... y el desconocimiento ruso de la economía de mercado. Leer a Lajos Kornay y su «Economía de la escasez» no era ni es suficiente.
Hoy, sea cual sea el resultado, pero en cualquier caso dramático, esa Guerra Fría se ha transformado en caliente, en un volcán de terror porque una de las partes ha perdido el miedo a la otra y nos ha llevado a todos al horror y a la transformación económica de un mundo que, con sus defectos, era el nuestro, nuestra zona de confort, y que ahora va a caminar hacia un inquieto futuro sin que las razones de la vieja Guerra Fría hayan cambiado porque es imposible cambiar la naturaleza de las cosas.
Se dice que las grandes fortunas, los plenos empleos y los grandes avances científicos se consiguen a través de las guerras. Será así, pero seguimos siendo aquellos bárbaros que se mataban con armas de sílex por muchos descubrimientos que hagamos y por eso es que buscamos vida inteligente en Marte.
Como curiosa anécdota me gusta contar que España y Rusia fueron dos países en guerra desde el año 1789 hasta el año 1801. En guerra fría, dada la distancia, que se solucionó por sí sola al morir asesinado el Zar Pablo I en el palacio Mijailovskii de San Petersburgo, construido precisamente por su miedo a ser asesinado... Cosas de la Historia.
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