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Todo empezó con Jean-Baptiste de La Quintinie junto con otros quizá más famosos Jean-Baptistes (como Lully o Poquelin) y el trío magnífico de Le Nôtre (arquitecto), Le Vau (paisajista) y Le Brun (decorador y pintor), en una fiesta celebrada en presencia de Louis ... XIV en los jardines de Vaux-le-Vicomte de la que los juglares habrían hecho cantares. La Quintinie fue el agrónomo encargado de la huerta y frutales de Vaux-le-Vicomte y luego de los de Versailles, pero quien ocupa hoy la tribuna como jardinero de interés al asunto es otro francés de renombre internacional: Jean Claude Nicolas Forestier.
Forestier trabajó con el barón de Haussmann en los jardines parisinos, así como en numerosas ubicaciones repartidas por otros tantos países del mundo, incluida España (Cataluña y Andalucía, por poner dos ejemplos), donde dejó su huella personal. También proyectó en Santander y hay dibujos de su mano para proyectos de ajardinamiento de, al menos, un par de fincas de la ciudad. La primera, la península de La Magdalena, en la explanada al sur de las caballerizas y en la zona sur del propio Palacio. La segunda, la finca de Valdenoja, propiedad del armador Ángel Pérez Eizaguirre, que jugó un papel notable en el principio de siglo santanderino, con ocasión de la presencia asidua del rey Alfonso XIII y su corte.
Hacia 1917 se data la propuesta de Forestier para los jardines de ambas fincas, y hay testimonio gráfico de los proyectos planteados, más allá de que actualmente no se conserva ejecutado ninguno de ellos. De hecho, no se puede asegurar que llegasen a materializarse tal como fueron proyectados, aunque sí haya huella de su contenido. En ese sentido, podría plantearse perfectamente la recuperación de esas ideas en dos lugares concretos: la rosaleda de la finca de Valdenoja y los jardines de las Caballerizas de La Magdalena.
Con la parte regia ya cubierta, avanzamos con la convicción de que Santander ha de caminar hacia un futuro donde la infraestructura verde, soportada en sus parques, jardines y espacios libres de todo tipo, existentes y futuros, constituya una de sus claves ciudadanas tanto a nivel natural como urbano.
Para ello será fundamental abordar las distintas acciones propuestas a través del programa «Santander capital natural», reciente objeto de una importante subvención europea para su desarrollo; 3 millones de euros. En él se incluye desde el plan director contemplado hace un año, «Santander: Transición al verde», como su integración con la visión e influencia del cambio climático sobre la ciudad y su faceta verde, sin olvidar la necesidad de responder al cambio climático y su incidencia desde las infraestructuras azules, siendo necesario abordar todas esas actuaciones concretas de renaturalización y mejora del carácter natural de la ciudad.
Junto a esos proyectos habrá muchos más para la consecución de la mayor y mejor calidad de vida ciudadana. Todo a través de lo natural y lo ecosistémico, en una línea de acción municipal convencida y decidida hacia la posible postulación de la ciudad como «Capital Verde Europea», tal como hace no mucho se planteó en el Pleno Municipal.
El próximo Plan General de Santander (PGS), a través de su nuevo modelo de ciudad, abordará esa estrategia verde|azul para alcanzar su objetivo final con acciones que, desde la planificación de sus contenidos estructurantes, fijará ideas como la necesidad de obtener de la finca de La Remonta un gran espacio verde cívico, la consolidación y ampliación del parque de Las Llamas y su visión como el posible gran parque agrario del municipio (en un momento en que lo alimentario está volviendo a reclamar la atención ciudadana), el máximo cuidado de los jardines de Piquío, el planteamiento sobre el futuro de las playas y del frente marítimo como ámbitos costeros donde el cambio climático afectará (si no la está haciendo ya, de hecho) de forma directa y radical, el futuro de la campiña norte también como parque agrario más naturalizado...
El gran espacio verde que atesoran los santanderinos requerirá las mayores atenciones de los profesionales al modo de las que, en su momento, Le Vau en el diseño o La Quintinie en la explotación, dedicaron a otros grandes espacios verdes; aquellos, franceses.
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