Secciones
Servicios
Destacamos
Esta semana me han enseñado una nueva manera de escape para no afrontar la verdad y por ende tampoco asumir la responsabilidad. No es otra que criticar la forma para evitar entrar a debatir el fondo. Es una manera 'guay' de escaquearse apareciendo como amante ... del 'buen rollo'. Esta actitud entraña el peligro de que la focalización excesiva sobre la forma nos impida analizar el fondo, es decir, que endulcemos a sabiendas lo que no queremos admitir, es la puerta de entrada a la mentira socializada.
El empeño en acallar a la opinión disímil recuerda a otras épocas pretéritas donde se practicaba la censura; el motivo que subyace en el intento no es otro que la aversión a la libertad que nos hace diferentes. Este 'tic' autoritario que los que se creen 'progres' denominan cancelación, no es más que una rémora del nacional-socialismo.
La propuesta de censura, la libertad de expresión es un bien superior que debemos proteger, no se promueve claramente, se camufla en justificaciones aparentemente adecuadas: 'escribir con respeto' 'opinar con respeto'. La cortina de humo elegida para tapar la verdad que nos ofende es en este caso el respeto, curiosa elección de un vocablo que nos habla de consideración teñida de sumisión. Según mi criterio, no existe mayor atentado real contra el respeto que el que ejecuta un político cuando se compromete a hacer o no hacer una cosa, para a continuación desdecirse porque le conviene; es decir, hacer trampas. La guinda del desprecio es disfrazar la mentira bajo el pseudónimo de 'cambio de opinión'.
Como sucede en la mar, en la vida afortunadamente hay situaciones livianas, poco hondas, en las que se puede disfrutar sin atender a la profundidad; ahora bien, donde realmente se pesca es mar adentro. La democracia es la soberanía del pueblo, asunto de suficiente calado, en mi opinión, para analizarlo a fondo y no conformarnos con sus características superficiales.
Con los próximos privilegios y prebendas (amnistía, pseudoreferendum, más dinero…) que Sánchez otorgará a independentistas y separatistas para satisfacer su ambición de continuar siendo presidente de gobierno, instaurará en España la sociedad de la desigualdad, en la que aquellos que le sirvan para ser presidente gozarán de ventajas, y los que no serán considerados ciudadanos de segunda. La democracia real perecerá en España, pero la formal seguirá existiendo como en Cuba, Venezuela o Rusia.
A los que sitúan la forma por encima del fondo no les importará demasiado este atentado antidemocrático, pues seguirán haciéndose la ilusión de que la democracia existe, ya que, se puede votar en variadas elecciones con bastante frecuencia.
Me resisto a aceptar que para muchas personas la pertenencia a una formación política esté por encima de valores como: la libertad, la verdad, la justicia o la responsabilidad. Por supuesto que existen los errores y las decisiones desacertadas siempre serán entendibles y no culpables, pero necesitarán de la aceptación del equívoco para no volver a incurrir en él. Comprendí a los indignados y hoy sería muy empático con los avergonzados.
No votemos a los líderes y candidatos políticos que denigran la palabra, que esconden sus intenciones, que nos tratan como corderos, aunque sean y sobre todo si son uno de los nuestros, así aprenderán a respetar a sus votantes quienes dejarán de ser vistos como gregarios para transformarse en ciudadanos egregios. Para mí, este es uno de los principales rasgos de la soberanía y como ya sabemos, la democracia no es ni más ni menos que la soberanía del pueblo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.