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En estos tiempos de redes sociales, insultos anónimos y mentirosos con vocación política, hasta los ángeles son objeto de falsedades. El famoso ángel que se alza en el cementerio parroquial de Comillas sobre los restos de una antigua iglesia del siglo XVI tiene que estar ... bastante cabreado. No sabe el motivo, pero se ha propagado por el mundo de los vivos que es Abaddón, el exterminador 'ángel del abismo' que se nombra en el Apocalipsis, y no hay manera de que le quiten este sambenito.
Su escultura, de estilo modernista y esculpida por Josep Llimona en 1895, iba a ubicarse en el mausoleo del primogénito del Marqués de Comillas, pero se donó al pueblo para que ejerciera de ángel protector y guardián de los muertos del cementerio. Es cierto que en su mano diestra sostiene una espada que le da cierto aire de belicosidad, pero en su rostro no hay maldad ni fiereza, me apunta Enrique Campuzano, otro ángel protector, pero del patrimonio cultural, que desde la Fundación Lluís Domènech i Montaner y desde la Real Sociedad Menéndez Pelayo está intentando impulsar la restauración de este fatigado y maltrecho vigilante que se ha deteriorado con el paso del tiempo.
No dudo de que las autoridades tengan a bien curar las heridas del mármol de este ángel que a pesar de las mentiras se mantiene en su sagrada misión de ser centinela de almas. Allí sigue en Comillas, con sus alas desplegadas y su mirada atenta a los peligros que acechan. Pero tan importante como la restauración física es la de restituir su buen nombre de ángel bienhechor, que no hay cosa que más fastidie a los ángeles que les confundan con los malignos que tanto abundan por este mundo. Y es que hasta los ángeles tienen derecho a defender su honor, y el ángel de Comillas merece un reconocimiento amable de su mármol y también de su fama.
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