El árbol del año

Única superviviente de un bosque esquilmado para fabricar balas y cañones, esta encina ha permanecido erguida y atenta para convivir con las gentes que la rodean y ser testigo del trajín de viajeros que pasaron por su Camino Real, utilizado por ilustres y nobles personajes que desde Castilla embarcaron hacia los países del norte desde los puertos de Colindres o Laredo, entre ellos Isabel la Católica, su hija Juana, Carlos V o su hijo Felipe II. Acaso nuestra encina compartiera el mismo Sol que nunca se ponía en la inmensidad de aquel imperio, pero lo cierto es que fue punto de referencia de aquel camino y aparece dibujada en los planos de mercaderes del siglo XVIII como singular enclave que fue, y que sigue siendo. En la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente o en la onomástica de San Roque, con su popular fiesta campestre, la encina parece vibrar ante el viento de multitudes y aviva sus ganas de hablar cuando quienes se dirigen a ella, como diosa de la prolongación de la vida, la reclaman: «¡Oh, encina!/ que escuchas al que camina/ cuéntanos la verdad/ sobre tu soledad».

Yo no sé si la encina, tan callada y paciente, habrá protestado de su situación, pero desde 2019 el Ayuntamiento de Colindres se ha propuesto dotarla de compañía con un plan de reforestación para que se sienta risueña y querida, la mejor forma de que gane el concurso.