La aspiración de volar

El movimiento del globo no le permitió alcanzar el trapecio donde se hubiera acomodado, y comenzó el vuelo mientras sus manos se desollaban y se debilitaban sus fuerzas, llegando adentro de la bahía. Menos mal que la 'mongolfiera' era vieja, fue perdiendo gas y amerizó aún henchida, permitiendo flotar a Míster Juanny hasta que una lancha le llevó al muelle.

En 1908, el santanderino Pepe Calderón construyó un planeador con el que se lanzó desde la ladera de Las Llamas. Consiguió volar, aunque le costó la fractura de la clavícula al aterrizar.

En el verano de 1910, después de varios intentos y destrozos del aparato, el aviador francés Henri Peirat se elevó con su aeroplano unos pocos metros en La Albericia, aunque chocó con las tribunas que se habían instalado. Sólo hubo un herido leve, José Ruiz Martín, de San Román. Días después, el piloto hizo otra prueba elevándose unos treinta metros.

De aquellas aventuras surgirían años después los hombres ilustres de la historia de la aviación cántabra: Juan Pombo, Salvador Hedilla, Joaquín Cayón, Florentino Vela, Joaquín Arozamena, Eloy Fernández Navamuel, Juan Ignacio Pombo… Alguno de ellos pagó con su vida la osadía de violar las leyes de la gravedad, que tal fue la aspiración de volar, aunque no tengamos alas.