Secciones
Servicios
Destacamos
Lo saben bien los jugadores que entrenaron con él aquella temporada. Paquito era un entrenador excepcional y una excelente persona, pero tenía dos defectos: era un obseso del fútbol y un adicto al trabajo. El club se había convertido en sociedad anónima deportiva con la ... tutela de las administraciones públicas y el claro objetivo marcado era el ascenso. Así que el primer día de entrenamiento, en el campo municipal de la Glorieta de Ampuero, Paquito descubrió sus cartas. Había planificado doble sesión cada día, incluido los sábados, y partidos los domingos. Eso significaba que no había ni un solo día libre. Hubo reparos. Fue un tira y afloja que el míster tuvo que lidiar con la plantilla.
Paquito, dialogante y sencillo, cedió con el día de descanso, pero no se achicó en su empeño de entrenar, entrenar y entrenar. La pretemporada fue realmente dura y durante la competición demostró ser un enamorado de su trabajo. Lo estudiaba todo antes de un partido. Sus planteamientos tácticos eran reflexiones rigurosas y los ejercicios y juegos se aplicaban siempre para resolver situaciones que iban a presentarse en el campo. Era incansable. Metía horas y horas en La Albericia interesándose por las secciones inferiores. Se preocupaba del estado de las instalaciones y de los chavales y tenía reuniones semanales con todos los entrenadores del club.
Quienes convivieron en el vestuario con Paquito comprendieron el valor del técnico que los dirigía, pero hubo en los medios de comunicación, más concretamente desde la radio, con opiniones diferentes y encontronazos que fueron insalvables. Todo comenzó cuando Paquito pretendía atender a los medios después de cada entrenamiento, mientras que los periodistas radiofónicos preferían conectar con él de forma individual y exclusiva, lo que significaba atender a tres, cuatro o cinco entrevistas diarias en una franja horaria disparatada. Paquito cortó por lo sano y se negó a ponerse por teléfono en su domicilio, una postura derivada del carácter ordenado y planificador del técnico.
El deterioro de las relaciones se agravó con algunos resultados de la temporada y algunas declaraciones del entrenador que no contribuyeron al sosiego. «Algunos periodistas no quieren que el equipo ascienda a Primera División», dijo. Quien más abiertamente se enfrentó a él le pidió posteriormente perdón, según recordaba años después.
Quizá Paquito pudo renovar y entrenar al Racing en Primera, pero no se encontraba cómodo en aquel ambiente tan belicoso. Prefirió disfrutar del fútbol en otros lugares. Demasiada injusticia para un entrenador tan valioso que merece nuestro desagravio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.