El ejemplo de las campeonas

Ganar un campeonato del mundo de fútbol es cosa seria. Ya lo comprobamos en 2010 en Sudáfrica, y ahora más lejos, desde las antípodas, nuestras jugadoras nos han trasmitido un ejemplo para todos, pero que deberían atender en especial algunos políticos. Ejemplar es que la derrota puede ser una gran oportunidad para aprender, rectificar y hacerse más fuertes, y no para insistir en errores y despropósitos que defienden intereses individuales, no los colectivos del equipo.

Y aunque en España haya quienes intentan descomponer el territorio, ellas, con la bandera roja y gualda, han logrado marcar el camino de la victoria por medio de la unidad, desechando a quienes son capaces de regalar la pelota a los contrarios.

También nos han mostrado la necesidad de una fluida comunicación entre todas las líneas del equipo, mientras en el Congreso de los Diputados, donde el entendimiento debería exhibir su esencia, se venera la confusión de la Torre de Babel autonómica. Son ideas de los que, para ser libres, prohíben; para ser demócratas, imponen sus pensamientos y para hablar, prefieren que no se les entienda.