Estreñidos para no volver

Por las redes sociales circula un vídeo sobre un cuadro abstracto pintado y manoseado por niños de dos años que nos invita a reflexionar sobre la cuestión. La pintura se mostró en una prestigiosa galería y tuvo 'eruditos' comentarios del público: «Es un cuadro complejo de mucha meditación»; «Detrás hay un artista con mucha experiencia»; «En la obra se refleja la desesperación por buscar un camino»; «Contiene una carga erótica muy grande, con una gran represión»; «Los colores están muy trabajados»...

O los revoltosos niños que se lo pasaron en grande ensuciando el lienzo son unos verdaderos artistas, o el arte moderno también es timo y tomadura de pelo para, de manera refinada, llamarnos gilipollas a la cara.

Menos gracioso que lo del cuadro de los niños, pero llamándonos lo mismo, es la pieza anclada en el muelle de Calderón que recurre al desprecio que las 'periferias' tienen por Santander, cuyo nombre se acompaña del «cagar y volver» con el tono ofensivo de, por ejemplo, los ultras futbolísticos cuyo equipo jugó el pasado jueves en El Sardinero. Estos ultras periféricos se pasearon por la ciudad con otros lemas que bien hubieran podido inspirar al artista, como «puta Santander» o «españoles, hijos de puta». El creador de la provocadora ocurrencia tiene que sentirse orgulloso al saber cómo tales hinchas se hacían fotos junto a su 'obra de arte' para promocionar el nombre y el aroma de nuestra defecada ciudad. Estreñido se quede para no volver.