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Franco, Franco, Franco… es la obsesión del dirigente que guía al país hacia su personalísimo y glorioso alzamiento democrático nacional. El año que viene, en el cincuenta aniversario de la muerte del dictador, el Gobierno de España promoverá más de un centenar de actos para ... celebrar la nueva etapa de libertad y honrar a las víctimas del franquismo. Qué bien quedan esas palabras de panfleto electoral que esconden intenciones muy diferentes. A Pedro Sánchez no le basta con ser un hombre guapo que no disimula el amor hacia sí mismo cuando se mueve en los escenarios. Tal y como testimonió su breve y dimitido ministro de Cultura, Máximo Huerta, su preocupación es saber cómo se le recordará en la historia. Y en su pretensión de convertirse en el adalid de la nueva democracia española, es muy capaz de ser el heroico salvador de los males que él mismo provoca para ensalzarse en el destino que se ha propuesto alcanzar.

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