La guerra de las orillas

Y en esas diarias batallas estivales también hay héroes a los que levantar monumentos y poner nombres de calles en sus ciudades, aunque teniendo en cuenta que casi todos vivieron durante el franquismo, a lo mejor se aplica la Ley de Memoria Democrática para negarles tal privilegio, lo que sería una tremenda injusticia porque, a ver, ¿cómo no vamos a tratar de héroes a quienes se levantan a las cinco de la mañana para hincar el palo de su sombrilla en primera línea de playa?

El caso es que héroes hay pocos, pero valientes que sacrifican sus horas de sueño para tomar posiciones tempranas en la vanguardia del ataque son muchos, con lo cual, a las horas prudenciales de tomar el sol, es decir, cuando el rey de los astros se eleva poderoso para lanzar sus rayos, la playa, según asegura el dúo Sacapuntas, está… 'abarrotá', pero 'abarrotá' del 'to'. Es cuando la picaresca del Siglo de Oro español se pone el traje de faena (en este caso el traje de baño), deja sus madrugadoras sillas y sombrillas en la arena y las abandona solitarias para conquistarlas más tarde como marqueses triunfantes.

La Policía ha tenido que intervenir para evitar estos casos. Las sombrillas, sillas y toallas abandonadas se requisan sin contemplaciones para garantizar el derecho a disfrutar de la playa, aunque alguien, con buen criterio, ha planteado que ya se podía aplicar la misma vigilancia y acción, no contra quienes ocupan la playa, que al fin y al cabo es de todos, sino contra los que se te cuelan en tu casa (con sombrilla o sin sombrilla) y en vez de tomar el sol te toman el pelo.