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De acuerdo. El Racing de este principio de temporada, y parte de la última, hace honor a aquel apodo que los periodistas vascos pusieron a los Campos de Sport: 'El huerto del francés'. Pero ¿por qué lo llamaron así, y con motivo de qué partido ... comenzó toda aquella fama de equipo invencible cuando se jugaba cerca de la playa de El Sardinero?
Todo surgió en los dieciseisavos de final de la Copa de 1930. El Racing resultó emparejado con el Athletic, reciente campeón de Liga que había terminado el campeonato sin perder un solo partido. El encuentro de ida se disputó en Santander el 6 de abril, es decir, una semana después del reconocimiento liguero que los racinguistas tributaron al conjunto bilbaíno, en los Campos de Sport como campeón. Aquel día la afición futbolística se llevó una sorpresa porque el Athletic perdió 3-0 con tres goles de Larrínaga. Ni siquiera su famosa delantera, compuesta en aquella ocasión por Lafuente, Iraragorri, Unamuno, Chirri y Gorostiza, pudo hacer un solo gol a la defensa santanderina. Como los Campos de Sport habían sido temidos en otras épocas, no solo por lo difícil de ganar allí, sino también por la entusiasta actitud del público, y como en la Liga, el Racing había demostrado todo su potencial en su campo, un periódico de Guipúzcoa, tratando sobre la derrota del equipo vizcaíno, escribió unos versos que fueron muy celebrados entre los racinguistas: «En Santander, al Athletic, / le ha cascado el Santander. / ¡Está visto que aquel campo / es el huerto del francés!».
Era una metáfora de que de allí nadie salía vivo. Se recordaban aún los famosos crímenes del huerto del francés, unos asesinatos cometidos entre 1898 y 1904 que impresionaron a la opinión pública española. Todo ocurrió en una vivienda con huerto de un pueblecito cordobés llamado Peñaflor, donde vivía Juan Aldije, alias 'El Francés' y natural de Gascuña. Su cómplice, José Muñoz Lopera, natural de aquel pueblo, elegía a las víctimas entre jugadores de cartas y de ruleta, proponiéndoles desplumar con engaños a un francés muy rico que organizaba partidas de cartas clandestinas en su casa. Cuando llegaban por la noche al Huerto del Francés, que así era conocido el lugar, Aldije y Muñoz mataban al invitado asestándole un golpe en la cabeza con una barra de hierro, le robaban el dinero y las pertenencias y le enterraban en el huerto. La policía encontró seis cadáveres inhumados y los asesinos fueron condenados y ejecutados a garrote en 1906.
La prensa guipuzcoana, y en general la mayor parte de la afición, pensaban que los bilbaínos ya habían sido enterrados en los Campos de Sport con los tres goles marcados por Larrínaga. Pero la confianza a veces es la sensación más traicionera. En el partido de vuelta los cántabros sufrieron una dolorosa derrota por 5-1. Mejor jugar siempre en el huerto de casa.
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