Locuras de amor

Que la Justicia haya abierto a la esposa del presidente una investigación por tráfico de influencias y malversación por unas noticias publicadas por la 'máquina del fango', ha malherido los corazones de la pareja y ha empapado de locura de amor las decisiones del máximo responsable del Gobierno de nuestra nación.

Locura de amor fue la dramatizada depresión que le llevó a reflexionar varios días sobre su dimisión (ya sabía yo que, ni loco, dimite). Luego, cuando el juez le citó para declarar vino la otra locura de amor, la de presentar una denuncia al magistrado por prevaricación. Ya saben, la mejor defensa es un buen ataque.

Tener un presidente enamorado también tiene sus ventajas, como la de poner nombres bonitos a sus locuras de amor: 'Plan de Acción para la Democracia', aunque no especifica si para mejorarla o para deshacerse de ella definitivamente, porque para poner firmes a los medios de comunicación, que son los culpables de tanta mentira, su plan establece un registro que identifique a quienes están detrás de los medios y fija criterios para repartir la publicidad institucional que determinará un órgano elegido por… el Gobierno, claro. Entre esos criterios, además de la audiencia (lógico), está el de priorizar a los que publiquen en idiomas cooficiales, o lo que es lo mismo, más dinero para los independentistas que seguirán divulgando sus conocidas proclamas de que el fascismo español los oprime, o las propagadas por el propio Gobierno de que el pacto con secesionistas y defensores de terroristas no es por mantenerse en el poder, no, sino por la convivencia democrática. Eso sí que son 'fake news'.