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Ya es casualidad que, en pleno Día de la Mujer, haya conocido a la mismísima nieta de la Virgen de la Asunción de Renedo de ... Piélagos. Es como si el destino me ofreciera la otra visión en la que, más que reivindicar la igualdad de la mujer, se la venera.
A la hora de las presentaciones, ella lo dijo con una sonrisa de miembro de la compañía teatral Unate-Renedo: «Me llamo Ana María Gómez-Sánchez y soy la nieta de la Virgen de la Asunción». Como yo, el resto del grupo nos quedamos confundidos. ¿Habíamos escuchado mal, o teníamos ante nosotros a una señora que se había escapado del veinte?, por cierto, número que antaño tenía el pabellón psiquiátrico del Hospital Valdecilla.
La perplejidad desapareció pronto con la singular historia que nos contó 'la nieta de la Virgen'. Fue por 1893, cuando dio a luz la esposa de un pintor vasco que veraneaba en Renedo. Los padres bautizaron a la criatura en la iglesia parroquial de La Asunción de Renedo, y el artista quiso agradecer su paternidad con un cuadro donde se representaba a la Virgen. El pintor se fijó en una jovencita de quince años, vecina del barrio de Sorribero Alto, para ser la modelo virginal. Se llamaba María Manuela Agudo García, la abuela de Ana María, y durante un tiempo posó en el portal de la iglesia para inspirar al pintor la obra que puede contemplarse hoy en la entrada de la iglesia.
Qué importante es elegir una buena representación de la virtud. Por ejemplo, en la iglesia de San Miguel de Latre, en Huesca, el empresario Eduardo Lacasta, mecenas del templo, aprovechó su restauración para sustituir el rostro de San Matías por el suyo propio. Ahora San Matías evoca allí la vanidad, mientras que en Renedo sigue triunfante la mirada serena de la abuela de Ana María. Son las dos caras de una misma moneda.
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