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Los padres son los más progresistas del pueblo, pero no son partidarios de los juguetes descafeinados. Su niño tiene un rifle de mentiras con el que dispara a enemigos imaginarios. En mi época, nos sumergíamos en las películas y disparábamos a indios que atacaban al ... Séptimo de Caballería, o a japoneses y nazis que hablaban a gritos sin saber lo que decían. Pero en Oñate, como en otros pueblos del País Vasco y Navarra, los malos a los que los padres enseñan a disparar ni son indios, ni japoneses, ni nazis.
Los actos de odio que se producen en algunos territorios de España crecen, pero no aparecen en los informativos que controla el Gobierno. El odio que se visibiliza y se vende en el mercado de votos es contra inmigrantes y personas LGTBIQ+ que izan sus banderas. Otras banderas se queman o desaparecen de los edificios públicos contradiciendo leyes, porque el odio más numeroso es el de los grupos ultra contra todo aquello que huele a España. Se discrimina a quienes hablan español y se abuchea el himno nacional mientras se exalta a golpistas separatistas a los que se perdona, o a terroristas asesinos a los que se mima. No es un bulo. Todos los fines de semana, en algún rincón del País Vasco, hay actos con exaltación a ETA, difusión de discursos radicales y propagación de odio, algunos de ellos disfrazados de fiestas, como el celebrado en Oñate hace unos días con pasacalle. Fue cuando el niño, de unos ocho años, se acercó a un cabezudo uniformado de guardia civil y comenzó a dispararle con su rifle de mentiras.
Sembrar odio en el corazón de un niño no es la mejor manera de fomentar la convivencia del futuro. El odio es el sentimiento más contagioso y venenoso que podemos tener los seres humanos. Es tanto o más destructivo que el fuego, y prende con demasiada facilidad. No es un juego, y menos para niños.
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