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Un equipo de fútbol es como una familia. Entre los jugadores se crean lazos de amistad que crecen con la convivencia y las emociones. En ese compañerismo deportivo el entrenador personifica la figura del padre, y acaso el capitán, o un jugador de mayor peso, ... se eleva a la categoría de hermano mayor, incluso de hermano del mismo entrenador para ejercer su función en el campo. Convertido en tío de tantos sobrinos, en el Racing de las temporadas 1977-79 hubo una relación especial entre los tres delanteros del equipo, y a alguien se le ocurrió llamarles el tío y los sobrinos. El tío era Orlando Ramón Giménez Álvarez, un paraguayo de Asunción que se había incorporado al Racing en la campaña anterior desde el Sportivo Luqueño de su país. Los sobrinos eran unos recién llegados que habían saltado del equipo juvenil a jugar en Primera División: Quique Setién y Marcos Alonso. Los dos eran demasiado jóvenes, pero con el balón en los pies y la compañía de Giménez parecían dos futbolistas experimentados.
La providencia quiso que el entrenador del juvenil, Nando Yosu, fuera el sustituto de José María Maguregui para dirigir al equipo en Primera División. Yosu había llegado lejos con los juveniles en el Campeonato de España y la confianza que había tenido en los chavales se combinó con su valentía a la hora de ejercer como máximo responsable de las alineaciones. Marcos, el hijo de Marquitos que había venido a Santander para demostrar lo que no supieron apreciar en el Real Madrid, debutó en la cuarta jornada en Atocha conta la Real Sociedad. Salió en los últimos minutos de la segunda parte sustituyendo a Geñupi para intentar acortar la ventaja donostiarra (2-0). Pero no fue posible. En el siguiente partido, disputado en los Campos de Sport contra el Betis, fue Quique quien se convirtió en jugador de Primera. También salió en la segunda parte sustituyendo en esta ocasión a Sergio. Cuando salió Quique los sevillanos iban por delante en el marcador, y sacar a un juvenil era una apuesta arriesgada, pero Quique cumplió y contribuyó al empate final que se produjo gracias a un gol de Giménez con sombreros para dos defensores béticos.
El 6 de noviembre de 1977, en San Mamés, el tío y los sobrinos jugaron juntos por primera vez. Nando Yosu alineó aquel día a Damas, Díaz, Madariaga, Arteche, Pelayo, Geñupi, Juan Carlos Pérez, Sergio, Quique, Giménez y Rojo. Marcos salió en el minuto 34 de la primera parte sustituyendo a Juan Carlos. Poco después, los sobrinos comenzaron a meter goles, y lo hicieron en el mismo partido. Fue en los Campos de Sport contra el Español. Barrero, de penalti, y Víctor habían adelantado al Racing y se jugaba con cierta tranquilidad, pero Marcos era un todo terreno por la banda, defendía y luego se lanzaba al ataque como un depredador. Un despeje del guardameta Urritocoechea le brindó la oportunidad para rematar ajustado al palo y anotar el 3-0. Poco después Yosu le retiró del campo para sacar a Quique en su lugar y el joven delantero, con un juego más sosegado, no dejó de aprovechar una internada por la izquierda que culminó con un disparo que supondría el 4-0 final.
Quizás el gol más celebrado de los sobrinos fue el de Quique contra el Athletic Club en los Campos de Sport. Con un Racing en posiciones muy delicadas, el gol supuso la victoria ante un equipo que meses antes había disputado la final de la UEFA contra la Juventus. Además, fue muy especial porque el meta batido era el mítico José Ángel Iríbar. Se llevaban jugados siete minutos de la primera parte y Quique recibió un pase de Geñupi perpendicular a la portería. Quique no paró el balón, lo dejó correr adentrándose peligrosamente en las entrañas del equipo vasco y Guisasola entró al cruce de forma impetuosa, pero con un toque con el exterior el joven delantero racinguista eludió la embestida y se plantó ante la salida de el Chopo, a quien batió con un tiro suave y colocado. La prensa nacional comenzó a hablar de Quique. Los titulares de los diarios decían cosas como «Un juvenil derrotó al Athletic», «Quique, ¿otro ingeniero del fútbol?», «Quique, Gárate puso la guinda a la tarta».
Aunque el Racing sufrió demasiado, el equipo pudo mantenerse después de un tramo final donde logró puntuar en los últimos cinco partidos, derrotando entre otros al Real Madrid (1-0) que sería el campeón de Liga, con gol de Giménez.
La relación del tío y los sobrinos aumentaría en la temporada siguiente. Quique y Marcos se arraigaron en las alineaciones. En el campeonato liguero de 1978-79 Giménez fue el máximo goleador con 11 goles en los 31 partidos que jugó, Marcos anotaría cuatro goles en los 34 partidos que disputó y Quique marcó tres en los 24 encuentros en los que intervino.
Esta noche en El Sardinero recordaremos a Marcos con un silencio que evocará su debut racinguista y una fructífera vida deportiva que comenzó con esa familiar relación que brota en un equipo de fútbol.
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