La 'turistada'

El turisteo y la salvaje obsesión de viajar que tenemos metido en el cuerpo plantea serias dudas sobre nuestra capacidad para ser consecuentes. Hacemos turismo, pero cuando llegamos a esa playa, ese espectáculo, ese paisaje o ese monumento, nos quejamos de quienes han tenido la misma idea de venir. Y que conste que me apunto el primero a tal incongruencia. El ideal es conocer un paraíso terrenal con todos los servicios y comodidades, pero sin la molestia de tanto dominguero. ¿Quién no ha soñado con una solitaria cala de aguas cristalinas con nuestra pareja? Lástima que en todas ellas ya se haya colgado el cartel de 'no hay entradas'. Lo mismo nos ocurre con las protestas por tanto turista cuando estamos en casa, sin apreciarlo cuando nos sumamos a las fiestas en nuestros lugares de veraneo.

No me voy de turismo por los Cerros de Úbeda sin un 'souvenir' sobre el retintín del cambio climático. No ha habido en la historia de la humanidad tantos desplazamientos de ocio como en la actualidad, con un incremento de los viajes aéreos que supongo que influirán en el calentamiento global. No seré yo quien proponga quedarse en casa por el bien del futuro de nuestro planeta, pero ¿no hay manera de evitar que se prodiguen manifestaciones contra los turistas como las que se han llevado a cabo este verano en Barcelona, Mallorca y otros países europeos? ¿O tendremos que esperar a morirnos de éxito?