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Pues sí. La realidad supera la ficción. ¿Se acuerdan de las novelas de Julio Verne? El escritor era un adelantado a su tiempo. Se imaginaba cosas increíbles y luego sucedían. Todos tenemos en mente el viaje a la Luna y las 20.000 leguas de ... viaje submarino en pleno siglo XIX. Qué barbaridad, naves espaciales y barcos por debajo del agua. Pero por mucha fantasía que el hombre puso en su literatura, la realidad le ha superado con creces. Supongo que esa misma habilidad para prever el futuro la tuvieron algunos cómicos en sus monólogos cuando al Gobierno se le ocurrió legislar contra las más elementales reglas de la Naturaleza y permitió que una persona se pudiera cambiar de sexo a voluntad. Algún graciosillo planteaba cómo un hombre podría convertirse en mujer de la misma manera que, para introducirse en un corral, un zorro dijera ser gallina, aunque no tuviera plumas y exhibiera su larga y poblada cola. Y ya ven, los zorros gallináceos son una realidad.
En Madrid, presuntos agresores sexuales han solicitado cambiar de sexo para eludir las leyes de violencia de género. También ha habido casos en Baleares, Sevilla y San Sebastián. El problema no es que se les exima de los delitos cometidos cuando eran hombres, sino de los que puedan cometer a partir de cuando se conviertan en mujeres por obra y gracia de leyes que tienen más agujeros que el queso gruyere.
En los Juegos Olímpicos de París nos hemos encontrado con otra rocambolesca historia. Se trata de la boxeadora argelina Imane Khelif, descalificada de un campeonato mundial femenino por tener 'cromosomas XY' que la han permitido ganar sus combates con demasiada facilidad. Algunas de sus rivales, después de recibir los potentes impactos, denunciaron que era un hombre, pero ni caso. Hasta la dieron una medalla de oro por aporrear a unas cuantas mujeres. La imaginación de Julio Verne y de los cómicos se nos queda corta.
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