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Esta semana, Torrelavega ha vivido un evento que ha pasado inadvertido porque su protagonista forma parte de este elenco escogido, exquisito, y poco abundante, que forman las personas que, al ser extraordinarias, tienen como principal virtud la humildad. En una sociedad envanecida por asuntos baladíes ... en la que, en ocasiones, es difícil deslindar lo aparente de lo real, se obvia lo que mi admirado Rainer María Rilke (Praga,1875-Montreux, 1926), aconsejaba: No hay que dejarse engañar por lo que aparezca en la superficie porque en las profundidades es donde todo se vuelve ley. Valga el preámbulo para definir la personalidad de un vecino que, discretamente, ha escrito en letras de oro el nombre de Torrelavega. Raúl Merino San Emeterio (Torrelavega, 1957) es uno de los deportistas más importantes que ha dado nuestra ciudad. Así de contundente. La Federación Española de Judo le ha reconocido esta misma semana como el primer cántabro que ya puede ceñirse su judogi con el cinturón blanco y rojo de 8º dan. Ningún cántabro en este deporte lo había conseguido hasta ahora, y ha sido otorgado por unanimidad, para mayor honra. Este profesor de educación especial, que entregó su vida docente a los alumnos del Colegio Fernando Arce –coautor, entre otros, de un importante trabajo titulado 'Convivencia en la diversidad'– acaba de elevar este deporte a una de las máximas categorías. Su palmarés comenzó siendo un niño, animado por su padre, José Merino, imbuyéndose de tal manera en su práctica que con 16 años consiguió el cinturón negro 1º dan, y ahora, con 65, ha logrado lo que seguramente fuera la ilusión de su vida. Este grado no se alcanza en ningún examen o competición, sino que se otorga en reconocimiento de los méritos que un judoka ha contraído en su vida de entrega a este deporte, en el que Merino no solo ha sido importante como deportista de elite, sino también docente. Guiado por su afán de extender su práctica entre los jóvenes, en el año 1984, abrió un gimnasio, creando el Judo Club Torrelavega, cuyo nombre ha paseado con pundonor y éxito sobre los principales tatamis nacionales e internacionales. En el año 2000 creó las Jornadas Internacionales de Judo Ciudad de Torrelavega, que durante 20 años se celebraron ininterrumpidamente y que han traído a la ciudad a los principales maestros del mundo, y que tras el parón pandémico seguirán celebrándose. Raúl Merino es una persona cabal del que sus alumnos, amigos y judokas, en un espontáneo homenaje, resaltaron especialmente sus virtudes humanas. A pesar de ser uno de los deportistas en activo más importantes de Torrelavega, su casi obsesiva impulsión por mantener un perfil bajo ha impedido que se sepa que esta ciudad alberga un gran deportista y mejor ser humano.
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