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Mañana, 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente, la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que ... reúne a gobiernos, empresas y ciudadanía en torno a un asunto ambiental apremiante.
Este año se celebra bajo el lema 'Una sola Tierra', una consigna que pide cambios profundos en las políticas y en nuestras decisiones para lograr modos de vida más ecológicos y sostenibles, en armonía con la naturaleza.'Una sola Tierra' fue el lema de la Conferencia de Estocolmo de 1972, en la cual se acordó el establecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Cincuenta años después, cuando la triple crisis planetaria sigue poniendo en peligro nuestra supervivencia en el planeta (el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación y los residuos), el lema sigue siendo muy oportuno y necesario, pero desde UGT Cantabria consideramos que en este 5 de junio la reflexión es otra porque, desgraciadamente, la realidad también es otra.
Hace 50 años, Europa había caminado durante algo más de cinco lustros de paz en su reconstrucción económica y social. En ese camino hacia el desarrollo Europa, como el resto de los países occidentales, hizo uso de todos los recursos naturales posibles, tanto los que estaban a su alcance como los que no.
Hoy Europa vive de cerca una guerra en Ucrania en la que más de 4.000 civiles han muerto en casi 100 días. Según los datos actualizados el 30 de mayo por la ONU, entre las víctimas mortales se encuentran 1.014 mujeres, 1.540 hombres, 93 niñas y 100 niños, así como otros 69 menores y 1.258 adultos cuyo sexo aún está por identificar.
Pero a esta guerra hay que sumar otros cientos de guerras que se libran en el resto de mundo las cuales, quizás por lejanas, parece que nos resultan ajenas pero que también están causando muertes, violaciones, privación de libertad, desigualdades y hambruna.
No es sencillo analizar geopolíticamente los motivos por los que se ha desencadenado cada una de estas guerras, pero sí podemos observar varios denominadores comunes en todas ellas, muchos de ellos relacionados directamente con el medioambiente.
Sí, muchas de las guerras que se libran hoy en día están relacionadas con el acceso a recursos energéticos, a recursos naturales como el agua o los minerales como la sílice o las tierras raras. Precisamente estas últimas constituyen unos de los mayores elementos de conflictos geopolíticos junto con los ya tradicionales, como los causados por la posesión del petróleo o el gas.
Las tierras raras son un grupo de elementos químicos que tienen un alto valor comercial, pues sus características (altas capacidades magnéticas, elevada conductividad eléctrica, etc.) les hacen parte imprescindible en productos como teléfonos móviles y ordenadores, coches híbridos, equipos médicos e incluso aerogeneradores para la industria eólica.
Sin embargo, el coste de extraer las tierras raras es muy alto y no nos referimos al coste económico, que también, sino que nos referimos fundamentalmente al coste humano, social y medioambiental. La extracción de tierras raras va acompañada generalmente de procesos penosos, tóxicos, que contaminan el agua y los campos de alrededor; en procesos de extracción que constituyen trabajos penosos para trabajadores, en muchos casos niños, sin protección alguna y con largas jornadas de trabajo.
Y así la tierra va dejando de ser un hogar para convertirse cada vez más en un paraje inhóspito, deshumanizado, en el cual, en nombre de 'la paz' unas veces, de la 'democracia' en otras e incluso en nombre del 'cuidado de la madre tierra', se producen las mayores tropelías.
'Mi' gas, 'mi' agua, 'mi' petróleo, 'mi' viento son las razones geopolíticas que generan gran parte del dinero actual y por tanto del poder. Por eso, hoy, en el Día Mundial del Medio Ambiente, desde UGT Cantabria queremos recordar que además de la contaminación, de los residuos, del cambio climático, de la pérdida de biodiversidad, hay una amenaza mayor para la Madre Tierra y no es otra que la pérdida de raciocinio, que trae como consecuencia directa la pérdida de humanidad.
Las trabajadoras y los trabajadores del mundo quieren paz con mayúsculas, quieren igualdad de oportunidades, quieren disfrutar y ser parte de un desarrollo sostenible, quieren trabajos dignos, seguros y saludables, quieren en definitiva habitar 'la Madre Tierra' desde el poder de la razón 'y no sometidos al poder del 'Gas ON'.
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