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En este confinamiento, los seres humanos tenemos dos reacciones antagónicas: por un lado tenemos personas que responden a la situación entregando a los demás lo mejor de sí mismas, estando en primera línea de batalla, colaborando ante las nuevas necesidades que van surgiendo o animando ... y enviando brotes de positividad y ánimo por doquier y, por otro lado, tenemos el comportamiento de personas que obcecadas y ensimismadas por los instintos de supervivencia más básicos, solo se miran a sí mismas respondiendo con rabia y desazón a todo lo que les rodea.
En las redes y medios nos hacemos eco cada día de estas maneras de responder ante la misma situación y cabe hacer una reflexión individual, pensar antes de difundir cualquier mensaje y filtrarlo pensando si lo que enviamos hará sentirse bien o mal al que pueda recibirlo. En definitiva, no caer en críticas desproporcionadas o basadas en la rabia o la ira que pudiéramos sentir. Debemos tener cuidado de los mensajes que trasladamos a la red procurando que no generen odio que sembrará más mal y que no ayuda a nuestra salud emocional. Para contrarrestar esa ira, que en ocasiones podemos sentir, es importante sustituir lo negativo relativizándolo y utilizando el sentido del humor y la ironía. Ello nos producirá menos dolor porque, en estos momentos, hay que minimizar el desgaste emocional y cargarse de positividad a pesar de que veamos el vaso medio vacío.
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