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El 10 de diciembre, antesala de la Navidad, nos ha dejado, Don Benito Madariaga de la Campa, doctor en Veterinaria, historiador y paleontólogo. De padre cántabro, nació en Valladolid en 1931 aunque la mayoría de su vida la pasó en Santander, a la que destinó ... una gran parte de su obra, que mereció el nombramiento de Cronista Oficial de Santander. Inicio sus estudios en la Facultad de Veterinaria de León, licenciándose en 1953 y doctorándose, después, en 1967.
Benito Madariaga trabajó interinamente en Ramales (1954-55), Santander (1958-59) y Reinosa (1960-61). Entre 1962 y 1973 estuvo como veterinario contratado del Ministerio de Agricultura, en campañas de saneamiento. Fue uno de los primeros veterinarios españoles, pionero, en el sugestivo campo de la biología marina. En 1966 obtuvo, por oposición, una plaza de preparador en el laboratorio del Instituto Español de Oceanografía, en Santander. Su producción profesional incluye algunos ejemplos notables, como 'Sociología veterinaria' (1958); 'La ostricultura en España' (1959), 'EI toro de lidia' (1962) o 'Las pinturas rupestres de animales en la región Franco-Cantábrica' (1969), con prólogo de Félix Rodríguez de la Fuente.
Sin embargo, en sus actividades de publicista, el doctor. Madariaga destacó y situó a la profesión veterinaria en un nivel de excelencia. Fue un investigador tenaz y riguroso, gran conocedor de la Prehistoria del Cantábrico y, sobre todo, un excelente divulgador, inmejorable conocedor de lo que acaeció en Cantabria entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Dedicó importantes estudios a José María de Pereda, Benito Pérez Galdós, Marcelino Sanz de Sautuola, Hermilio Alcalde del Río o Augusto González de Linares. En 1965 fue nombrado delegado local de Excavaciones Arqueológicas y publicó algunos trabajos de c1asificación de los moluscos marinos procedentes de diversos yacimientos españoles. Asimismo, en relación con el arte, colaboró en los libros sobre 'La Prehistoria en la Cornisa Cantábrica' (1975) y 'El Curso de arte rupestre paleolítico' (1978).
Sobre las cuevas de Altamira, su doble faceta de veterinario y arqueólogo le permitió ofrecer una nueva visión de las pinturas, estudiando fotos y cambiando impresiones con veterinarios. Buen conocedor de las pinturas originales, fruto del estudio y de las numerosas visitas a las cuevas de Altamira, debatió sobre ellas con expertos investigadores y académicos reconocidos, granjeándose el respeto y reconocimiento unánimes. La publicación de 'Marcelino Sanz de Sautuola y la Cueva de Altamira', editado por el Instituto para Investigaciones Prehistóricas de Santander, es la mejor prueba de ello y se completa con la biografía Sanz de Sautuola, el descubridor, y la historia de la cueva.
Algunas de las conclusiones a las que llega son, por ejemplo, que la cierva del techo de Altamira estaba muerta cuando fue pintada, una clásica conclusión de Veterinaria Forense, basada en la rigidez de sus extremidades y su lengua fuera. También que, entre los bisontes que aparecen pintados, identifica varios como hembras y una de ellas, con cola levantada, llega a afirmar que estaba en celo, y otra, que aparece con la cabeza vuelta, afirma que está de parto. Todo esto, afirmó Madariaga, da a conocer que el hombre de Altamira poseía ya conocimientos relativos a la reproducción animal.
Madariaga fue miembro de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España y miembro correspondiente de la Real Academia de Doctores de España, y en 1980 fue designado corresponsal, en Santander, de la Casa Museo de Pérez Galdós, en Las Palmas de Gran Canaria. Además, fue Cronista Oficial de Santander desde 1981 y nombrado, después, Personalidad Montañesa del Ateneo de Santander en 1990, atendiendo a su enorme labor como escritor y Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Veterinarias en 1991. Desde 1999 hasta 2007 fue presidente de la Sociedad Menéndez Pelayo de Santander.
La Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) le concedió la Medalla de Honor en 2004 «en reconocimiento a sus muy valiosos trabajos de investigación rigurosa y profunda de la historia de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y a su continua y generosa labor de colaboración con esta institución universitaria». Y recibió numerosas menciones internacionales. Se recompensó su esfuerzo y trabajo nombrándole Caballero de la Orden Civil del Mérito Agrícola (1969) por su trayectoria como veterinario, y Personalidad Montañesa del Ateneo de Santander en 1990.
Acompañado de su esposa y colaboradora, doña Celia Valbuena, dirigió la Colección Pronillo en Santander. A ella se dedican, también, desde estas líneas, un cariñoso recuerdo y reconocimiento institucional. Gracias a él, hoy sabemos mucho de muchos pero muy poco de él mismo. Es opinión personal lo admirable de su modo de trabajar y estilo intelectual. Lo admirable de esa combinación de entusiasmo y capacidad de trabajo, imaginación y tenacidad, está en la base de las mejores aportaciones de corte científico y humanista. Modos y maneras de quien tiene la deferencia de la sencillez y de la franqueza. Descanse en paz.
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