Secciones
Servicios
Destacamos
Uno. No regalamos porque nos lo indique El Corte Inglés (que también). Intercambiamos regalos para poder vivir en sociedad. Esta práctica social no solo es propia de la sociedad de consumo, está presente en todas las culturas. Los regalos se sitúan dentro de la ... amplia conducta del intercambio social. Intercambiamos regalos y, también: gestos de cortesía, invitaciones a fiestas, visitas, ayuda, productos y servicios. Intercambiamos objetos por objetos, y también objetos por afecto. Así procuramos satisfacer necesidades individuales y grupales; así establecemos vínculos; así buscamos el bienestar, la armonía social.
El sociólogo Marcel Mauss dijo que la práctica de la donación responde a la lógica siguiente: obligación de dar; obligación de recibir y obligación de devolver. Además, el intercambio debe ser recíproco y también equivalente (si te doy -o te ayudo- tú me tienes que dar -o ayudar-. Si te doy tres, estás obligado a devolver de manera semejante -o proporcional a tus recursos-).
En nuestra cultura, no aceptar un regalo, despreciarlo, constituye una ofensa. Cuando una pareja rompe se devuelven los regalos intercambiados, se devuelven los anillos. Dice la canción: 'Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás...'. Así es.
Dos. En las sociedades tradicionales, en pueblos con recursos escasos, el regalo era algo excepcional: se limitaba a unos pocos objetos muy útiles y/o muy simbólicos. De esta forma se trataba de satisfacer necesidades básicas: un abrigo, una herramienta de trabajo, un objeto doméstico, un juguete. En la sociedad industrial y de consumo, se compra-regala constantemente: llega Papa Noel, y los Reyes Magos, y el santo y el cumpleaños, y el día de la madre y del padre, y San Valentín, y...
Se debe consumir para que el comercio y la industria funcionen. En la sociedad de la opulencia los niños reciben mil regalos. ¿Esa superabundancia, ese consumo desaforado, influye en su forma de ver y estar en el mundo? Sospecho que sí, y que el resultado no es recomendable. Es difícil escapar a la lógica comercial. Por mil lados nos dicen: «Compra», «regala». Si todo el mundo va de tiendas, si la gente va por la calle cargada de paquetes envueltos en preciosos papeles multicolores, ¿cómo no vamos a comprar algo para nuestros seres queridos?
De forma muy hábil, la publicidad nos convence de que comprando objetos y regalándolos a nuestros seres queridos les haremos felices. Las luces, los adornos y la música, refuerzan el mensaje: comprando-regalando extenderás la alegría, los momentos inolvidables.
Tres. Detrás del regalo hay un complejo sistema de comunicación. Regalamos para decir al otro que nos acordamos de él, que le apreciamos, y que queremos hacerle feliz. A veces, como no sabemos de qué modo manifestar el cariño (o no tenemos tiempo, o nos cuesta un mayor esfuerzo) lo hacemos regalando un objeto. En ocasiones, comprando un objeto se pretende sustituir-compensar la falta de atención prestada al ser querido.
También regalamos para dar las gracias, para tratar de devolver la ayuda o la atención que nos han prestado. Es una forma de decir: has sido amable conmigo y lo sé apreciar. Además, puede ser una manera de pedir perdón. Algunas veces con un regalo se busca el afecto del otro; sí, a veces, damos para que nos traten bien (en muchas culturas se han hecho sacrificios para conseguir la gracia de los dioses). Puede ocurrir que detrás del regalo esté la intención de que la otra persona quede en deuda y, por tanto, que más tarde se sienta en la obligación de ayudar.
No hace mucho era común que los trabajadores recibieran el aguinaldo: una cesta de navidad, un regalo, o un dinerillo extra. De esta forma el dueño de la tierra o el empresario daba las gracias a los trabajadores por su labor. Además, se trataba de compensar una remuneración escasa y, también, se ponía de manifiesto la «generosidad» del jefe y se procuraba asegurar la fidelidad. La rentabilidad del regalo era considerable.
Por otra parte, el regalo habla de quién hace el presente. El objeto que se entrega dice cómo somos; muestra si hemos dedicado tiempo a pensar en qué objeto regalar, en cómo es la otra persona. Revela nuestra sensibilidad y, en ocasiones, nuestra posición económica y cultural. Hay personas que cuando regalan quieren presumir del dinero que tienen, o de lo originales que son, o de su amplia y superior cultura; es decir, regalan para conseguir la admiración de los otros.
Quizá deberíamos pararnos a pensar que en lugar de regalar objetos comprados en el gran almacén es mejor dar calor humano: demostrar afecto, proporcionar ayuda, o atención, o comprensión, o respeto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.