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Hace ya casi un año desde que doña Paloma O´Shea anunció que, con el medio siglo cumplido, quedaba cumplida también la vida del certamen que ... durante años compartió el nombre de su fundadora y alma y el de nuestra ciudad.
Durante su devenir, fue una de sus señas de identidad la reivindicación del patrimonio musical español en general y de su literatura para piano en particular, así que robo y manipulo la conocida obra para piano de Federico Mompou (tan cercano su nombre al del concurso) 'La música callada' para dar título a esta reflexión compartida y desolada sobre ese proclamado fin de ciclo.
Qué mala noticia para la cultura de Santander y la de Cantabria la dormición definitiva de uno de los buques insignia de nuestros veranos, referencia internacional en la interpretación pianística y foro para tantos y tantas intérpretes jóvenes que veían en la convocatoria una oportunidad magnífica para tratar de arraigar e impulsar sus carreras concertísticas. Porque nunca hay de bueno nada en la pérdida y en el silencio.
Se preguntarán ustedes a qué viene ahora este intempestivo lamento. Pero es que uno, que se puede presentar solo como amante de la música y como público veterano del Paloma, desde que acompañé por vez primera a la querida y melómana Tía Chavita a la final de 1976, en la que resultó ganador el turco Hüseyin Sermet, estuvo estos meses más atento de escuchar la esperada reacción de las autoridades municipales y autonómicas, proponiendo soluciones que permitieran la continuación del concurso, más allá de su impulso natal, como ha ocurrido con tantos otros en Europa. Pero silencio. O la aparición de alguna iniciativa ciudadana en la que la gente aficionada a la música mostrara su malestar por el adiós y su deseo de reparación. Pero silencio. Incluso la, entiendo que más lejana, reacción del Banco de Santander, que pudiera reclamar para sí el prestigio y la imagen de mecenas que le había crecido al lado durante 50 largos años. Silencio de nuevo.
No se crean que tengo demasiadas esperanzas, pero sí creo que alguien debía lanzar al aire la pregunta: ¿No se puede hacer nada? ¿Solo cabe resignación y ensimismamiento? Y es que el origen del certamen fue privado, pero desde el primer momento encontró dos abrigos que no lo son tanto. Por un lado, el apoyo logístico, simbólico y económico de las instituciones públicas: Ayuntamiento de Santander, Gobierno de Cantabria, Ministerio de Cultura, Universidad de Cantabria, UIMP. Por otro, la alegría, cariño y apoyo que siempre ha recibido de la afición santanderina, esa que ha llenado día tras día las salas en las que la competición se desarrollaba en sus diversas épocas: Palacio de Festivales en los últimos tiempos, pero también paraninfos de Las Llamas y de La Magdalena, y hasta el viejo teatro del Casino del Sardinero. Pero que también acogió en sus momentos iniciales a los concursantes en sus casas, para que pudieran allí estudiar en la «red de pianos de cola de la ciudad», como también sabe mi querida amiga Pilar Pérez Bustamante. ¿Van a quedar en barbecho tanto sueño, tanta implicación, las inversiones públicas y los mecenazgos privados?
Quiero creer que nos quedan fuerza y tiempo para la la reacción, que 'nuestro' concurso internacional de piano no está condenado a muerte sin la oportunidad de un recurso o de un indulto. Y quiero creer que no soy la única persona que sabe que echará de menos toda su aportación. Porque del Paloma aprendimos a convivir con el gran repertorio del piano, el habitual y el que lo es menos, a conocer a grandes maestros, a dar la alternativa a pianistas que, algunos ganaron el Santander, otros solo participaron como un paso más hacia la consolidación de su formación, hoy encontramos en los grandes ciclos y en los catálogos de las discográficas importantes.
Así que me decido a enviar este adiós desolado con vocación de hasta pronto cargado de esperanza, anunciando que abriré también un foro para la recogida de firmas ciudadanas que, tal vez, pueda tocar el corazón y las intenciones de la fundadora, Paloma O´Shea, las instituciones públicas y el Banco de Santander. Para que la Vigésimo Primera Edición del Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O'Shea deje de ser la niebla oscura que es hoy y se convierta en el anuncio de la continuidad de una cita importante que no queremos perder. Que no deberíamos perder.
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Ana del Castillo
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