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Desde nuestra Constitución del 78 que instituyó el Estado de las Autonomías, estas han progresado para dar contenido a sus Administraciones dotándolas de competencias que les den sentido. Las comunidades autónomas han perseguido ampliar su autonomía para acercar al ciudadano la capacidad de autogobernarse en ... todas aquellas decisiones que afectaban y que afectan a su vida cotidiana.
El avance se produjo principalmente en las políticas de gasto: comercio, infraestructuras regionales..., desembocando en las dos grandes materias: la educación y la sanidad.
Pero ser responsables del gasto dependiendo para financiarlo del Gobierno central no era lógico, luego era necesario también tener competencias sobre los ingresos que permitieran acometer los gastos y pagarlos. Por ello, todas las comunidades autónomas y la Administración del Estado estuvieron de acuerdo en abordar la corresponsabilidad fiscal entre ellas, dando lugar a los sucesivos sistemas de financiación autonómica que han ido progresando en favor de una mayor competencia de las regiones sobre sus ingresos.
Quién apueste por una descentralización del gasto no puede, por incoherencia, defender una centralización de los ingresos. Sería defender autonomías dependientes e inmaduras donde solo se ocuparan de gastar sin tener en consideración cómo conseguir los recursos necesarios. En cualquier familia, negocio o empresa las decisiones sobre gastos e ingresos deben ir acompasadas y recaer su responsabilidad en el mismo sujeto. De lo contrario, los que gastan pretenderían hacerlo sin límite, mientras que el que ingresa, en este caso mediante el cobro de impuestos, toparía y dominaría las pretensiones de aquellos. En resumen, descoordinación e irresponsabilidad. De hecho, la potestad y el privilegio de la Administración Tributaria sobre el contribuyente para cobrar los tributos, solo se justifica por la necesidad del gasto público.
Aunque ahora lo niegue, el ministro Escriba habló el martes pasado de centralizar impuestos. Esta cuestión, viniendo de un representante del Gobierno central, puede ser oportuna o no, él sabrá, pero supondría incrementar el poder de la Administración del Estado sobre las C.., acotando sus ingresos y sus políticas de incentivos y en consecuencia marcando los techos y los objetivos de sus gastos.
La postura del ministro es retrógrada y centralista, pero no soy capaz de conceptuar la del presidente de Cantarina, que también se manifestó a favor de una centralización de los impuestos. Es decir, defiende la irresponsabilidad, en este caso fiscal.
Que un partido político que se auto denomina regionalismo defienda renunciar en favor de la Administración central a dirigir y gestionar los ingresos que salen del bolsillo de los ciudadanos que residen en su comunidad no es fácil de asimilar.
Quizás se debiera esto a una intervención hecha sin reflexionar, empujado por su otra ocupación, «influenciar televisivo», poniéndose al lado de los que atacan a Madrid y a Andalucía. Ya sabemos que en determinados medios esto vende mucho. Claro que también hay que considerar que a él nunca le importó la Hacienda ni la Economía, que ha entregado siempre al POSE, porque realmente son asuntos sin brillo y que solo acarrean sinsabores.
A su urgencia por «decir algo» y a su tendencia a no ocuparse de los problemas regateando sus propias responsabilidades, también se le ha podido sumar la aversión que tiene a la palabra competencia.
Señor revela y señores del PSOE: ¿no se dan cuenta de que ustedes desde sus gobiernos alientan cada día la competencia en el gasto?: la mejor sanidad, la mejor educación, los números uno en mérito turístico, los que más y mejor ayudamos a la industria... Si es deseable la competencia en la prestación de servicios ¿por qué es mala en los ingresos que los financian? Da la sensación que se sienten inferiores a otras CC.AA. por incapacidad o desconocimiento.
Deseo que esto haya sido solamente un lapsus y que al menos sea capaz de mantener la coherencia entre ideología y palabra en política fiscal, porque esta materia, si ya es importante en la actualidad, devendrá en esencial en un futuro cercano. Pónganse de acuerdo entre PRC y PSOE, piensen en el ciudadano cántabro, que tiene su bolsillo esquilmado, y ofrézcanle una salida creíble y para todos; rebaje el tramo autonómico del IRPF para las rentas medias y bajas.
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