La reivindicación al Estado se somete a examen
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El Gobierno Revilla renueva la adhesión a Pedro Sánchez para que cumpla con los fondos europeos y con las infraestructuras del Estado que espera CantabriaA hora que el debate sobre el estado de la región ha puesto fin al curso parlamentario, llega el verano que someterá a examen, no ... solo la respuesta a la pandemia que castiga a Cantabria con más fuerza que en el conjunto de España, sino que también evaluará el éxito o el fracaso de la reivindicación del Gobierno PRC/PSOE al Estado. Las reservas de la vicepresidenta Nadia Calviño, la ministra más fiable y solvente, también la más independiente del gabinete de Sánchez, a la hora de precisar la cuota de los fondos europeos que la región recibirá para sacar adelante los proyectos de La Pasiega y el Mupac generaron inquietud en el Ejecutivo Revilla. Menos mal que el ministro Ábalos, siempre más pendiente de cuidar a los aliados del PSOE en el Congreso, ha devuelto el entusiasmo con su compromiso de acelerar el AVE con Madrid, las carreteras y las infraestructuras pendientes. Revilla quiere llevar a Ábalos de fiesta a Monzón de Campos, donde once años atrás el regionalismo lloró la traición de 'Pepiño' Blanco a la prometida conexión ferroviaria de alta velocidad con la Meseta.
En el Gobieno bipartito perciben señales positivas de que los fondos de la UE cumplirán con el objetivo de impulsar el gran parque empresarial y el nuevo museo de prehistoria y arqueología, entre otros proyectos relevantes. Es un optimismo contenido, tanto que en su discurso en el debate de orientación política, Revilla pasó de refilón sobre el asunto de la financiación que espera para estas dos grandes apuestas del Gobierno regional.
El presidente no ignora que, cuando de repartir dinero se trata, una comunidad uniprovincial como Cantabria siempre ocupa una posición muy subordinada frente a los grandes territorios y la voracidad de las fuerzas independentistas que sostienen al Gobierno Sánchez, que incluso ponen en peligro ese 1,2% del total que siempre asignan a Cantabria las estadísticas del Estado. La Cataluña soberanista en el poder no sólo quiere autodeterminación y amnistía, también exige un gran trozo del pastel europeo y de los recursos que el Estado destina a las infraestructuras.
Lo que sobran son teorías y especulaciones. El PSOE de Pablo Zuloaga, por ejemplo, presume de haber tramitado con diligencia el proyecto del Mupac para que sea evaluado con ciertas garantías y al mismo tiempo guarda un silencio muy elocuente sobre La Pasiega, el objetivo estrella del PRC, que después de una década larga apenas ha avanzado en su procelosa travesía administrativa. Tal vez por eso los regionalistas han rebajado sus expectativas respecto al centro logístico. Si hace unos meses esperaban de Europa de 100 millones de euros para arriba, esta semana Revilla se conformaba con 40 millones para la estación intermodal que requiere el proyecto. El resto ya lo pagarán las empresas que se instalen en el centro, y hay muchas interesadas en ello, según constata el consejero Javier López Marcano.
Desde una posición más o menos neutral, el eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano, buen conocedor y también divulgador de las políticas europeas y del proceso de toma de decisiones que opera en sus órganos, ha informado al líder de su partido en Cantabria, Félix Álvarez, de que en su opinión La Pasiega encaja mejor que el Mupac en las líneas directrices fijadas para recibir fondos de la UE.
En el Gobierno Revilla esperan que en la Conferencia de Presidentes de Salamanca, a fin de mes, Pedro Sánchez anticipe, si no cifras concretas, sí indicios claros sobre el reparto autonómico de los fondos de la Unión Europea. Mientras tanto, la coalición gubernamental celebra las buenas nuevas que ha traído el ministro Ábalos sobre los inminentes avances del AVE, de las autovías y de otras infraestructuras importantes que afectan a Cantabria.
Es un momento decisivo en las relaciones de la comunidad autónoma con la Administración del Estado, o al menos es el momento de quemar las naves en la adhesión al Gobierno de Pedro Sánchez para arrancarle algunos de los proyectos reivindicados durante largo tiempo. Ahora toca esperar y ver.
Desde esa actitud esperanzada se explican los elogios del presidente Revilla, en el debate político de fin de curso, al grado de cumplimiento razonablemente bueno de los compromisos del Estado con Cantabria. En esa alabanza Revilla y el PRC metieron de propina el desdén humillante con el que replicaron a las ofertas de colaboración que la líder del PP, María José Sáenz de Buruaga, ofreció una vez más al presidente para abordar la salida de la crisis pandémica sin lo que consideran la nefasta dependencia y las falsas promesas de Sánchez, Ábalos y compañía. Fue un alarde de crueldad del PRC, de los que hacen relamerse de satisfacción al PSOE, siempre receloso de un eventual acercamiento entre su socio regionalista y los populares.
No hay cuidado. Incluso si la respuesta del Estado a las reivindicaciones de Cantabria resulta decepcionante no es previsible un cambio político tan drástico, a menos de dos años de las elecciones. Después de las urnas, todo será posible. El PRC de Revilla siempre ha manejado la idea, también a día de hoy, de que ya gobernó con el PP en el pasado y que puede volver a hacerlo en el futuro.
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