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Se cumplen 43 años desde que los españoles ratificamos la Constitución por amplia mayoría el 6 de diciembre de 1978. Desde entonces, no solo han pasado los años, también importantes transformaciones que han hecho de España un país mucho mejor. Esa es la realidad, una ... historia de avances y conquistas alcanzadas que ha sido ejemplar en todo el mundo.
España se ha consolidado como democracia en estas más de cuatro décadas gracias al esfuerzo de todo un país, de toda una sociedad, que creyó que lo común, que lo colectivo, debía primar sobre lo particular, anteponiendo los intereses de la mayoría, garantizando derechos, libertades y nuevas oportunidades para el desarrollo de una economía más eficiente y estable, abierta al resto del mundo, que ha favorecido la modernización y el crecimiento sin precedentes de nuestro país y nos han consolidado como un referente global de progreso. Todo ese esfuerzo ha tenido siempre en el PSOE uno de sus principales actores a la hora de reivindicar el Estado social y democrático de derecho desde la Transición y la elaboración de la Carta Magna, y durante los más de veintiséis años en los que hemos gobernado con el progreso y el bienestar de la ciudadanía en el horizonte.
Los socialistas no solo hemos reivindicado siempre la democracia, hemos velado por ella aunando consensos que se han traducido en leyes con las que hemos promovido y cumplido con el mandato constitucional de hacer un país más libre, igualitario, justo y solidario. Lo hemos hecho con avances legislativos, pero siempre con diálogo y acuerdo con los que hemos contribuido a fortalecer los derechos y libertades. Lo hemos hecho, también, en estos tres años de gobierno cuando fortalecemos las pensiones y subimos el Salario Mínimo, cuando creamos el ingreso mínimo vital o cuando avanzamos en políticas de dependencia. Lo hemos hecho cuando garantizamos el derecho a morir con dignidad, cuando consolidamos un sistema educativo de calidad o cuando hacemos la mayor dotación de becas de la historia. Lo hemos hecho cuando protegemos los derechos de la infancia, cuando promovemos el acceso universal al sistema sanitario o cuando persistimos en la defensa de la igualdad entre mujeres y hombres con el Pacto de Estado contra la Violencia de Género que acabamos de volver a ratificar. Y también, lo hemos hecho cuando trabajamos en la primera ley de vivienda de la democracia, que garantice el derecho de todos a tener una vivienda digna y adecuada.
La Constitución ha sido siempre el instrumento más eficaz para garantizar que los españoles vivamos hoy mejor que en 1978. Me niego a dar carta de naturaleza a ese cálculo que quieren imponer algunos de que las nuevas generaciones vivimos peor que las anteriores porque no es verdad. Lo demuestran no solo los avances de estos tres años, sino todos los avances en estos cuarenta y tres años en los que la política ha sido siempre la mejor herramienta para mejorar la vida de los más vulnerables.
Claro que España tiene desafíos muy importantes por delante. Claro que tenemos un problema de desigualdad. Claro que existe pobreza. Claro que tenemos un problema de paro juvenil. Pero por todo eso es hoy más urgente que nunca y tan importante como siempre reivindicar el papel de la Constitución. Reivindicar el papel de un marco de convivencia que ha estado detrás de todos y cada uno de los avances que hemos dado en estas más de cuatro décadas de democracia, y que estará también detrás de todos los que nos quedan por dar para seguir avanzando en construir un país mejor. Pero también, reivindicar la Constitución, es el mejor antídoto contra quienes siembran el odio, la división y el enfrentamiento que dejamos desterrados aquel 6 de diciembre de hace 43 años.
Decía la célebre escritora francesa Margarite Yourcenar que entre el fanatismo y el sentido común siempre logra imponerse el primero sobre el segundo. Nuestra tarea colectiva como demócratas es lograr que se siga imponiendo el sentido común, como hemos hecho estas cuatro décadas, para servir como dique de contención contra quienes quieren acabar con todo lo construido estos años. Combatir al fanatismo de quienes utilizan el peor populismo para ahondar en la fractura social entre compatriotas es la principal tarea de todos los demócratas. Nada es más apremiante en este aniversario, pensemos como pensemos, con el objetivo de preservar el camino recorrido y el que estamos encaminados a recorrer en el presente y futuro. La Constitución sigue encarnando los valores e instrumentos para dar solución a los problemas de nuestro tiempo, podremos reformarla para adaptarla a nuevas realidades pero jamás permitir que quienes cuestionan la convivencia, la integración, la pluralidad y la diversidad de nuestro país, tengan capacidad para controlar nuestros destinos. Ese debe ser nuestro compromiso con la Constitución y con la democracia.
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