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Hay un pasaje hacia el final de Pachín González, la novela-reportaje que José María Pereda escribió a rebufo de la catástrofe del Machichaco, en el que al reencontrarse en el comedor de la posada en la que se hospedaban Pachín González y su ... madre (que se hallaba en paradero desconocido -bajo una pila de maderos- tras la explosión), esta declinó alimentarse y descansar hasta que su hijo le contase «su terrible odisea», la tragedia colectiva acaecida aquel fatídico 3 de noviembre de 1893 en el puerto de Santander. Y entonces Pachín, «como tenía el corazón bien repleto del asunto», según relató Pereda, «lo fue pintando de tal arte, que a los fascinados oyentes les parecía estar viéndole estampado en un papel».
Es indudable que los seres humanos somos espacio y tiempo, es decir, historia, y que necesitamos contar historias y escuchar relatos. Por ello, desde la Real Asociación Machichaco -una entidad privada sin ánimo de lucro, creada en 1953 con el fin de contribuir a la prosperidad de los santanderinos más desfavorecidos y de conseguir que los montañeses conociéramos la trascendencia histórica que tuvo aquella catástrofe para que Santander y sus ciudadanos seamos hoy la ciudad que somos- nos congratulamos de celebrar un nuevo aniversario anunciando que, en próximas semanas, tras la finalización de las obras de remodelación que se están ejecutando en la Estación Marítima, tendrá lugar la inauguración en sus instalaciones de un Centro de Interpretación del buque 'Cabo Machichaco', en virtud de un convenio firmado con la Autoridad Portuaria de Santander y publicado en el Boletín Oficial del Estado (de 3 de octubre de 2019).
La Estación Marítima de Santander (1971), diseñada por el brillantísimo arquitecto torrelaveguense Ricardo Lorenzo (1927-1989), es uno de los iconos arquitectónicos más singulares de la ciudad, además de hallarse ubicada frente a los muelles en los que tuvo lugar la tragedia (en el punto exacto, se pintó, con motivo del 125 aniversario, la silueta del barco) y dentro del llamado Anillo Cultural.
Por ello, ningún espacio parece más apropiado que el de este edificio expresionista, con tintes organicistas, detalles escultóricos y silueta náutica, para albergar una colección permanente sobre el Machichaco, (obra del conocido maquetista naval Pedro Blanco, experto en la catástrofe), la cual estará integrada por los siguientes contenidos: un diorama de la zona donde ocurrieron los terribles sucesos, una caja mágica (imagen sobre un fondo negro de la maqueta exterior del costado del buque y del interior del mismo), la representación de un trozo del vapor 'Cabo Machichaco' (reconstrucción de un fragmento del casco del barco), un remache histórico (uno de los cuatro remaches originales que se conservan del vapor), la acuarela del ilustrador de barcos Roberto Hernández (donde figura el 'Cabo Machichaco' atracado en el puerto la fatídica mañana del 3 de noviembre de 1893), un bajorrelieve a escala 1/300 del costado de estribor del vapor (sobre la carta marina del puerto de Santander de la época), una serie de fotografías inéditas de diferentes detalles entorno al vapor y al suceso, un plano del vapor (copia del Astillero Schlesinger Davis de Newclaste) y otro de los muelles del puerto en la fecha del siniestro (con la marcación del emplazamiento que ocupaba el 'Cabo Machichaco'), una selección de los periódicos, revistas y anuarios (tanto nacionales como extranjeros) que se hicieron eco de la catástrofe, así como los dos vídeos grabados con motivo de las exposiciones montadas en el Palacete del Embarcadero (2013) y en el Museo Marítimo del Cantábrico (2015). Y todo ello, expuesto de una manera muy didáctica, gracias a los sietes paneles informativos en que se divide la referida muestra expositiva, con la cual perseguimos que todo las personas que lo deseen conozcan los orígenes cercanos de nuestra historia; que el Machichaco, la mayor catástrofe civil de la historia reciente de España, no se confunda o mezcle con el devastador incendio de Santander ocurrido en 1941. Porque es muy importante sacar lo bueno de dejar huella, en el mismo lugar donde sucedió, de lo sucedido; de dar a conocer una historia de gestión en tiempos de crisis, devastación y confusión, en la que, a pesar del vacío claro de poder (murieron la práctica totalidad de la élite dirigente de aquel entonces), fue posible salir aún más reforzados gracias a la solidaridad y la empatía de aquellos ciudadanos finiseculares; de centrarnos en la importancia de ir por el mundo apostando y reforzando lo importante. Una serie de valores, en definitiva, los de la superación personal, el compromiso, la perseverancia y la ayuda al prójimo -tu vecino-, muy acorde con nuestra crítica, trágica y triste situación actual, provocada por la pandemia.
Desde la Real Asociación Machichaco (1953) nunca hemos dejado de celebrar cada 3 de noviembre el aniversario, porque estamos convencidos de que todas las personas, al igual que la madre de Pachín González, estamos necesitados de relatos que nos consuelen y nos hagan sentir más humanos, al ayudarnos a conocer el pasado, entender el presente e interpretar el futuro. Ójala que el Museo, que está próximo a inaugurarse, contribuya a que nos encontremos en esos relatos, a fin de compartir aquello que nos une y reconforta como sociedad. Pues el Machichaco fue mucho más que un simple barco.
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