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Una parte del lamento sobre la Cantabria 'vaciada' pierde de vista por completo, en un exceso de nostalgia, los mecanismos de la historia. Dicho en los términos más sencillos, el crecimiento de la población en el medio rural desde principios del siglo XX gracias a ... avances médicos, higiénicos y alimentarios no era sostenible con aquella limitada productividad campesina. Aparte del achique en bruto que fue la contienda civil, el fenómeno más persistente resultó ser la emigración: hacia las zonas urbanas cántabras, otras españolas o directamente al extranjero (casi todas las familias tienen la experiencia de quienes fueron a Francia, Alemania…). A veces el vaciado no era de causa económica, sino cultural. El hijo de un labriego pudiente va a la universidad y se hace médico o ingeniero industrial. Ese ya no vuelve al pueblo para ponerse a ordeñar las vacas a las seis de la mañana. La riqueza agrícola no halla continuidad generacional. A esto se añade otro cambio cultural, sobre el tamaño de las familias. En general, la maternidad es más tardía y la media de hijos por mujer se reduce.
Todos estos fenómenos no tienen ninguna perfidia. Por el contrario, se ofrecieron como soluciones a las agonías de una transición demográfica y a los retrasos del desarrollo cultural de España: no había recursos rurales para tanta boca y proyecto vital; las mujeres parecían obligadas a fertilidades récord y penalidades reproductivas; la educación de cierto nivel era solo para una élite. Se pueden recordar con añoranza de la juventud aquellas multitudinarias romerías pasiegas, campurrianas o lebaniegas de antaño, pero a continuación hay que señalar que, tras la verbena, los estómagos no tenían mucho futuro allí.
Nuestras zonas rurales se distribuyen en cuatro franjas: costera, valles medios, alta montaña y los valles de Campoo. En los dos primeros casos, lo fundamental son las comunicaciones, especialmente las ferroviarias. Si se logra articular lo más parecido a una red de metro-tren en el espacio definido por la sierra central o del Escudo de Cabuérniga y la costa, todo podría funcionar como área metropolitana y quedaría automáticamente fuera de la Cantabria 'vaciada'. Por otra parte, Campoo y los valles necesitan la mejora ferroviaria y que se termine la autovía Aguilar-Burgos. Es en sinergia con esos dos puntos castellanos como se podrá hablar seriamente de innovación agraria, industrial y turística en las comarcas meridionales cántabras. Hasta entonces todo será desafinar con el violín. Alguien debe componer 'Viento del Sur'.
Y finalmente, las zonas de alta montaña quizá acaben renunciando a casi todas las residencias permanentes. Sus pendientes, su régimen de lluvias y nieblas, así como ciertas situaciones de accesibilidad difícilmente corregibles en lo sustancial, las conducirán a una pequeña población permanente; pero con sus atractivos actuales y los que se podrían crear ganarían mucha población flotante, vacacional o de fin de semana, suficiente para el sostén económico y cualitativo del territorio. Dirá usted que es una paradoja esto de que para contrarrestar la Cantabria 'vaciada' haya que empezar por articular mejor la 'rellenada', pero a veces la paradoja es la mejor estrategia y lo obvio resultó ser solo irreflexión y espejismo.
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Ana del Castillo
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