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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido reajustar las piezas de su Gobierno, tras la marcha de Nadia Calviño al BEI, tal y como cabía esperar: dándole continuidad y recurriendo a cambios mínimos. La designación del hasta ahora secretario general del Tesoro, Carlos Cuerpo, como nuevo titular de Economía ... incorpora al Consejo de Ministros y a las relaciones con Bruselas a un perfecto conocedor de las cuentas públicas del país. El paso de María Jesús Montero a la vicepresidencia primera sitúa Hacienda en la cúspide del organigrama ministerial también desde el punto de vista político, ante el desafío que supondrá al Gobierno atender las demandas financieras del independentismo y afrontar, a la vez, una reforma del sistema que se antoja poco menos que imposible de conciliar con las cesiones requeridas por Aragonés y Puigdemont en su particular competencia. Que el Ministerio de Transformación Digital de José Luis Escrivá asuma también la responsabilidad sobre Función Pública es coherente a la hora de modernizar la Administración. En un entorno político e institucional lleno de incertidumbres, no es mala noticia que una minicrisis de Gobierno se quede en eso, sin que varíe sustancialmente la interlocución con las demás administraciones, el tejido empresarial y las instancias europeas.
Pero hay un aspecto de la remodelación que ensombrece la gobernación de España. El insistente solapamiento entre los máximos dirigentes del PSOE y la estructura del Ejecutivo, que se hace patente en cada comparecencia de Sánchez, Montero y Pilar Alegría. Las formas empleadas acaban afectando a los procedimientos en que se basa la democracia. De manera que los ciudadanos perciben la vida institucional como si todo fuese lo mismo. Sin la mínima distinción entre las legítimas aspiraciones del partido gobernante y la función institucional que le corresponde preservar al Gobierno, en tanto que es de todas y todos. Lo que la polarización dominante contagia a toda la presencia partidaria más allá de las instituciones estrictamente representativas. Ayer decayeron las expectativas sobre la eventual incorporación al Ejecutivo de profesionales sin vinculación anterior al mismo, sea porque Sánchez no esté en condiciones de experimentar, sea porque sus posibles candidatos no hayan aceptado, o por ambos motivos. Pero un Gobierno de coalición entre dos partidos no puede ser la suma de sus ejecutivas sin generar en la sociedad grandes dosis de desconfianza.
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