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En las agendas de todos los que de una forma u otra nos dedicamos a lo institucional en la comunicación, la gestión y las relaciones con inversores o medios, mayo y junio son dos meses densos por la profusión de actos, presentaciones y asambleas de ... todo tipo. Las juntas generales y los encuentros con medios para hacer balance de los resultados del año anterior son una cita frecuente y un escaparate donde se mide no solo la fortaleza de una empresa en forma de resultados, sino también la imagen que proyecta. Y ambas cosas no siempre coinciden.
Estos días es muy comentada la decepción y el asombro de accionistas, inversores y medios especializados por la pobreza, poca profesionalidad y mala imagen que produjo la reunión de presentación de resultados de una importante empresa del IBEX. En esta ocasión lo menos comentado han sido las cifras -muy buenas por otra parte- y lo que más llamó la atención fue el acto mediocre y gris que se mal organizó.
En estos encuentros ocurre como en las bodas; si todo va bien, parece lo normal, pero si algo falla el recuerdo de ese error permanece para siempre entre los invitados.
Para que no ocurra así en las empresas, los departamentos de comunicación tienen mucho que aportar, y cada vez es más frecuente que se impliquen no solo el acto formal de la presentación, sino también en su contenido y en los mensajes clave que se quieren destacar.
Porque rendir cuentas también es una forma de construir reputación y consolidar la imagen de marca, es decir, mostrar ante los públicos de la compañía (empleados, inversores, proveedores, instituciones, sociedad civil, medios de comunicación, etc.) el tipo de empresa que se es.
Las empresas más innovadoras mejoran cada año estos encuentros. Pero más allá de la tecnología y el catering, de los beneficios o el pasivo, lo que proponen es rendir cuentas sobre su compromiso real con aquellos valores que les identifican y les diferencian. Hoy ya forman parte de los balances de gestión asuntos como la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental, la igualdad de trato y la no discriminación, la creación y retención de talento, la conciliación y la igualdad de oportunidades, el cuidado de los entornos donde se desarrolla la actividad... En definitiva, algo que tiene que ver con dos palabras cada vez más presentes en la gestión empresarial: responsabilidad y compromiso. Rendir cuentas, en definitiva.
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