Renegar del árbol que da frutos
La tierra dormida ·
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Casi rayando en las lágrimas por una incontenible emoción, el apareado equipo de gobierno ha exhibido músculo encumbrando una de las más importantes realizaciones paridas en la legislatura anterior ... : poner una moderna cubierta a un parque infantil. Así andan las cosas por aquí; así nos va. Cuando quien gobierna un municipio, como este, tozudamente en crisis, toma como referencia un techado… La confianza que una ciudad inspira para invertir en ella debería ser utilizado como patrón para medir su credibilidad, tanto como realidad económica como sus posibilidades de futuro. Debería servir como indicador, para evaluar ese nivel de certidumbre, por ejemplo, las estrategias del grupo Inditex, uno de los más importantes del mundo, con 174.000 trabajadores en nómina y una facturación el año pasado que superó 26.000 millones de euros que, seguramente, habrá conseguido invirtiendo en ciudades con expectativas de crecimiento y de consumo, que procede de la riqueza de sus vecinos.
Seguramente que con esta premisa, los altos ejecutivos de la firma fundada por Amancio Ortega pusieron hace años sus ojos en Torrelavega decidiendo abrir cinco de sus filiales más importantes: Zara, Pull and Bear, Bershka, Stradivarius y Oysho, ocupando algunos de los mejores locales del centro. En pocos meses, ha cerrado todas estas tiendas a excepción de Zara y Stradivarius; la última en bajar la verja ha sido hace unos días la dedicada a la ropa íntima en la Plaza Mayor. Con discreción y en silencio, han ido marchándose. Si esta firma, que pasa por tener en su cúpula a eximios asesores y estrategas, ha tomando estas decisiones, deberíamos ponernos en lo peor, reflexionar y alertarnos. Puede existir la tentación de justificar esta brutal desamortización, primero industrial y ahora comercial, tratando de matar al mensajero, culpando a las empresas de querer castigar a Torrelavega, pero es un buen momento para acudir a la reconvención que Séneca le hizo a Lucilio en su vigésima segunda carta: «No es posible abominar de las riquezas y a la vez querer sus frutos».
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Ana del Castillo
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