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Desde el mismo momento en que, por referéndum, se aprobó la Constitución, en el año 1978, se ha mantenido encendida la llama para cambiar la monarquía, como jefatura del estado, por la república. Con el paso del tiempo, el debate sobre ese modelo ha evolucionado ... de forma que, en el presente, bajo esa premisa de sustitución de un rey por un presidente de la república, se oculta el deseo de modificar completamente el modelo constitucional. La diferencia entre una democracia regida por un sistema republicano y otra con monarquía parlamentaria es mínima, poco más que estética. Estados Unidos es una república, con formato presidencialista, en la que se concentra casi todo el poder en manos del líder elegido. Otros modelos republicanos, como el francés, se sostienen en un equilibrio entre el presidente de la república y el poder del parlamento, con las etapas de cohabitación en las que el máximo representante es de un color y el del parlamento puede serlo de otro.
Los países que han optado por la monarquía, desde Gran Bretaña a España pasando por Suecia u Holanda, se asemejan mucho y en ellos la figura de la corona carece de poder ejecutivo. Se limita a representar a la nación y ser instrumento de concordia. Cualquiera de los dos modelos resulta plenamente democrático y, por tanto, debería ser aceptado por los partidos políticos.
Los problemas surgen cuando se quiere esconder una reforma de la Constitución bajo esa dicotomía corona república. En ese caso la meta no es un cambio del rey por un presidente, sino una transformación integral de la propia nación. Quiénes en España tratan de implantar la república ¿desean únicamente poner a un presidente en sustitución del monarca? Una forma de responder es mirar a los países vecinos, en los que la democracia está instaurada sólidamente.
Los partidos que en España propugnan hacer del país una república: ¿aceptarían un modelo como el francés? ¿Quiénes se oponen a la república no estarían a favor de los valores republicanos galos? Basta con imaginar el rechazo de los republicanos españoles a una España tan centralizada como Francia, en la que el francés es común para todo el territorio y en el que las zonas que poseen lengua propia, ésta se respeta, pero no se utiliza como instrumento para impedir la movilidad de los funcionarios y trabajadores o como forma de exclusión de los que no tienen ese idioma como lengua materna.
En repúblicas como Estados Unidos, Alemania, Austria, etc. la bandera nacional es aceptada y respetada por todas las formaciones políticas. De la misma forma que lo es el himno. Los políticos que abogan por transformar la monarquía en república no aceptan los valores republicanos esenciales: respeto a los símbolos nacionales, igualdad para todos los ciudadanos, coordinación plena en los programas educativos, acceso universal a la sanidad, etc. Lo que se oculta tras la reivindicación de un cambio constitucional es trocear España en varias repúblicas, porque los hechos demuestran que los propios republicanos desprecian los principios medulares del republicanismo.
¿Aceptaría Esquerra Republicana la implantación de una república en España similar a la francesa? Es evidente que no. ¿Cuánto tardaría Bildu e incluso el propio PNV en atacar la nueva república exigiendo la independencia de la comunidad autónoma vasca? Tras la reivindicación de otra forma de estado, lo que se oculta es la meta, siempre proclamada, de algunas fuerzas políticas que lo que desean es trocear el actual mapa de España en una serie de nuevos países, en un proceso de balcanización, que no ha sido precisamente exitoso en otras geografías.
La cuestión territorial española, uno de los más graves problemas, quizás el más importante, no tiene solución con un relevo republicano a la actual monarquía. La prueba es que los políticos, representantes de minorías, que claman por el advenimiento de la república son los que sostienen el secesionismo. La II República española aprobó la ley de defensa de la República. El artículo primero de esa ley, proclamada inmediatamente después de la caída de la monarquía en 1931, dice: «Son actos de agresión a la República y quedan sometidos a la presente ley: Toda acción o expresión que redunde en menosprecio de las Instituciones u organismos del Estado». Imaginemos si algún partido constitucionalista pidiera que se recupere el espíritu de la II República y se decretara el respeto a las instituciones y organismos del Estado ¿Cuál sería la posición de los republicanos?
España republicana ¿por qué no? si fuera como en Francia, Alemania o Estados Unidos.
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