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No piensen ustedes que hablo de D. José Ortega y Gasset, no, hoy voy a escribir una líneas sobre el P. José Ortega Moreno OSA, que también era filósofo. Sin embargo, él había nacido el 1 de febrero de 1936 en Madrid. Hijo de ... Pedro y María, tiene un hermano, residente en la capital de España, que se llama Luis. Estudió en la Escuela Apostólica de Palencia de los PP. Agustinos y en el Monasterio Santa María de la Vid. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Demetrio Mansilla el 12-7-1959. Pasó quince años en el Colegio Buen Consejo de Madrid en distintos períodos. Fue fundador del Colegio San Agustín de Madrid. Pasó siete maravillosos años en Ceuta y desde 1983 fue un cántabro más.
No le iban las alturas administrativas, lo suyo era más bien el trabajo a pie de campo. Fue profesor y Prefecto o Jefe de Disciplina. En el Buen Consejo de Madrid, los chicos acabaron apodándole 'El seis pesetas', por qué era más que duro. Nunca hablaba mal de los alumnos, niños al fin y al cabo, entendía perfectamente sus travesuras. Hombre sereno, reservado, discreto, parco en palabras, comunitario y de comunidad, no murmuraba ni criticaba, eso sí, era observante y observador. Si algo podía molestarle era la falta de mesura y de humanidad respecto a los infantes. Tenía presente la parábola de los talentos, él nunca los enterró, sino que los multiplicó como pedía el Maestro. También llevaba a rajatabla aquello de San Pablo: «El que no trabaje que no coma» agradeciendo el pan y el alimento que comía, que más bien era poco. Procuraba no ser gravoso a nadie, al contrario, ayudar en lo que podía.
Visto en perspectiva, su vida tenía muchas similitudes con la de San Agustín. Tuvo una madre guapa, cariñosa y buena que le quiso con toda el alma y que le enseñó a amar a Nuestro Señor Jesucristo. Alguna trapacería debió hacer de pequeño, de vez en cuando nos recordaba el miedo que tenía a la Tía Tanis, casera del inmueble donde vivía. Buscó la verdad, y ahondó en los cauces de la Filosofía, donde destacó de manera eminente el Águila de Hipona. Tuvo muchos amigos, nuestro ideal de vida común casaba totalmente con sus aspiraciones, pero entro ellos, destacó el P. Antonio Bravo, compañero inseparable, su muerte partió su alma, y aunque no manifestaba muchas emociones, le recordó todos los días de su vida. A los agustinos nos ha sorprendido la rapidez con que se ha extendido la noticia de su muerte, han sido muchas las condolencias. Los antiguos alumnos y los padres de familia coinciden en manifestar su implicación total en la tarea educativa, su compromiso absoluto para que los alumnos se formaran. Sus explicaciones hicieron que muchas generaciones amasen la historia. Mañana, domingo, a las 12.30 horas, en la Parroquia San Agustín de Santander, haremos memoria de Ortega, el religioso agustino, el amigo, el hombre bueno y el magnífico profesor.
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