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El Diario Montañés publicaba hace días la noticia de que el Gobierno central y Demarcación de Costas han atendido el clamor social de plataformas, colectivos y formaciones políticas y cuantos se oponen a la escollera de La Magdalena. Piden su demolición y la retirada del material del segundo espigón ... , y dejan una vez más la playa de Los Peligros-La Magdalena sin protección alguna frente a la realidad del cambio climático. Dan luz verde a su demolición y dan marcha atrás a lo oficialmente admitido hace tres años. Podría pensarse que alguna de estas plataformas, que concitan entre todos treinta efectivos -los que conté en el verano de 2018, cuando se manifestaron en la escollera- no solo se opusiesen sino que, al contar en su listado con ingenieros, arquitectos, abogados y científicos -en suma, gente muy cualificada-, a cambio ofreciesen su propia alternativa para mejorar lo ya construido, pero tan solo se oponen sin proponer nada. Una ciudad como Santander, batida por los temporales del viento ábrego, aprobó un proyecto que cuenta con el visto bueno del Instituto de Hidráulica y con todos los informes técnicos favorables, la obra salió a información pública en el Ayuntamiento con el preceptivo plazo de 30 días y ni la Delegación del Gobierno ni la Demarcación de Costas ni cuantos se oponen, presentaron impugnación alguna en tiempo y forma. Y solo cuando se construyó la primera escollera es cuando se empezaron a movilizar, pero solo eso, para pedir con insistencia que se demoliese la ya construida y se paralizase la segunda, la que debería estar en Los Peligros, sin ofrecer alternativa alguna. Como mucho, se ha llegado a decir que se presenten nuevos proyectos, no propios sino ajenos, para ver si obtienen su conformidad o solo nuevos reparos. La otra opción que proponen es seguir con los rellenos.
En enero hemos tenido la demostración palpable de si las escolleras son efectivas o no. En este primer mes del año, España ha sufrido la mayor secuencia continuada de borrascas desde que hay registros y una consecuencia evidente del cambio climático ha sido la especial incidencia de la Filomena que, entrando en la península por el golfo de Cádiz, en los niveles altos de la atmósfera chocó en la vertical de Valdepeñas, al sur de Ciudad Real, con una profunda vaguada muy fría y seca de origen ártico y dicha colisión en altura entre dos frentes tan antagónicos dio como consecuencia unas nevadas nunca vistas que colapsaron La Mancha, Madrid, luego Aragón y Cataluña, sucedidas por una semana de temperaturas siberianas, con registros tampoco vistos en localidades acostumbradas al frío como Molina de Aragón o Calamocha. Aquí nos hemos librado de tales destrozos, pero a cambio hemos tenido suradas muy violentas y en una de ellas, la más fuerte de todas, ante la inexistencia de obstáculo alguno al no estar construida la segunda escollera, el oleaje se ha llevado de cuajo el arranque de la escalera que desde Los Peligros asciende a Reina Victoria, frente al Humilladero de la Virgen del Mar. Sin embargo, al otro extremo, el balneario de La Magdalena ha resistido incólume gracias a la protección que frente a los temporales le brinda la única escollera aún en pie, como me reconoció su dueño. Este es el mejor ejemplo de cómo donde no hay escollera los destrozos de un temporal han sido visibles -no solo la enésima desaparición de la pasarela de madera, sino la destrucción del inicio de dicha escalinata y, por contra, donde hay escollera no ha habido daños que lamentar. Pero, claro está, hay que atender al clamor social de 500 personas en total que, arrogándose la total representatividad de la ciudad, nada dijeron cuando correspondía y parece importarles poco que uno de los temporales de suroeste destroce un bien por inexistencia de protección, cuando donde la hay no ha habido daño alguno.
En consecuencia y para concluir, hay una pregunta solo como reflexión: ante la realidad de lo expuesto y ante la inexistencia de otra alternativa que mejore lo ya construido, ¿realmente los santanderinos nos merecemos esto? Porque escolleras, diques y espigones los hay en todas las bahías, rías, radas, calas y abrigos naturales; es más, en nuestra simpar bahía hay diques, escolleras y espigones en distintas zonas: norte, oeste y sur y todos son necesarios, como lo son los de La Magdalena-Los Peligros, más grave aún si cabe ante la inexistencia de alternativas.
Y si aparecen ahora propuestas, que se estudie su viabilidad antes de proceder a la demolición de la única construida que, al menos, ha servido en la primera surada seria de 2021 para proteger de daño alguno al balneario y a la propia playa.
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