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Réquiem de óxido y hueso

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 7 de noviembre 2019, 07:18

Estaba hecho con la sangre del superviviente, el óxido de la perseverancia y el hueso duro de la persistencia. Pero su cordón umbilical era musical, sinfónico, de adagio, aria y cuarteto. Ricardo veía la vida a través de una sinfonía o de una sonata , ... de ese pizzicato que de pronto ilumina un resquicio inesperado o insufla un soplo al corazón. Lo demás era broma. Entre la obertura y el nocturno, Ricardo impuso a su cuerpo la libertad de los sonidos bien interpretados, la gramática de esa partitura ideal que reconoce la hondura del silencio y la permanencia de una nota irrepetible. Ejerció la crítica –muchas veces se olvida que es un género periodístico más–, con el entusiasmo del buen comunicador y la escritura de quien sabe que a veces lo subjetivo, lo personal, puede llegar a ser lo más objetivo del mundo. Durante más de tres décadas las citas musicales tradicionales de agenda y noticia iban acompañadas siempre de una llamada puntual: la de Ricardo anunciando su texto con la urgencia de quien estaba convencido de que la música podía diluirse en la prosa de la actualidad u olvidarse, como sucedió a veces, bajo la dictadura de la inmediatez. Las limitaciones físicas que padecía nunca impidieron su tesón y su concienzudo relato de una vida edificada en los asideros de un poema sinfónico, en un preludio, en una suite o en un divertimento.

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