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Un amigo que me conoce bien dice que la esencial contradicción, como tal irresoluble, entre responsabilidad y compasión permea todos mis textos de El Diario Montañés. Creo que su diagnóstico es certero. La idea me recuerda a la ética de la responsabilidad de Weber y ... su contraposición a la ética de la convicción, aunque con una diferencia substancial.
Pienso que el dilema responsabilidad/compasión da un paso más allá de lo planteado por Weber. La compasión es una idea de claro origen cristiano. Tiene todo que ver con lo que, tomado prestado de Kierkegaard, llamo 'el escándalo del cristianismo': la pretensión de darle la vuelta al instinto más evidente en el hombre; desactivar la pulsión depredadora mediante el amor cristiano. Un imposible, pero un ideal que al adoptarlo hace la convivencia más armónica, la existencia más vivible, la atmósfera más respirable.
Como toda contradicción irresoluble, esta solo admite dos salidas: cortar el nudo gordiano a la manera alejandrina o aceptar su existencia y llegar a un compromiso entre las partes. El segundo brazo de este sendero, que se bifurca es la senda cristiana, en su praxis política, la más genuina ideología democristiana. Creo que es responsabilidad de la sociedad civil (eso que antiguamente llamábamos 'fuerzas vivas') impedir que los actuales desaguisados terminen por destruir la convivencia. Dicho lo cual, tengo claro que la guerra civil (el corte del nudo gordiano) ha venido siendo la senda más frecuentada. Prefiero elegir «la escondida senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido» (Fray Luis).
Las elecciones madrileñas se han polarizado de tal manera que cualquier opinión moderadora ha sido tachada de equidistante (confundiendo ecuánime con equipolar), tibia (tomando la templanza por blandenguería), en los casos más extremos, colocando la etiqueta de 'comunismo encubierto' o 'fascismo edulcorado'. Por supuesto, han rechazado cualquier alusión a la guerra civil mientras hacían un discurso propio de la Santa Cruzada, los unos, y de lucha antifascista, los otros. He soñado que tras estas desgarradoras elecciones sería posible recuperar la calma, un sueño húmedo me temo.
Pero hablemos del papel que está jugando la sociedad civil. En estas elecciones se ha puesto de manifiesto que dichas fuerzas han llegado a la conclusión de que el experimento de Gobierno de Sánchez supone un serio peligro para la supervivencia del sistema vigente desde 1978 y se han confabulado para derrotarlo democráticamente (como la sociedad civil de EE UU han hecho con Trump). La primera derrota debía producirse en la batalla electoral madrileña y lo han conseguido ampliamente; aunque la espina de Vox sigue ahí y no debe venderse la piel del oso antes de cazarlo. Como he dicho en otras oportunidades, pienso que el mejor proyecto de reconstrucción del PP es la vía democristiana, modelo alemán: sustituir la lucha de clases por la cooperación entre las clases. Cuanto más se aleje del trumpismo más se inclinará a su favor el imprescindible apoyo de la sociedad civil que, en estas elecciones, habrían inclinado la balanza hacia Ayuso con un 10% del voto moderado del PSOE más otro 10% hacia la abstención.
Pero para salvar el sistema no bastará con derrotar a Sánchez, cosa que está por ver. Es preciso restablecer el pacto con la burguesía catalana, que se rompió tras la caída de Pujol y el error de Mas dejando escapar de la botella el fantasma del independentismo.
La burguesía vasca -PNV- escarmentó con Ibarretxe, aunque sigan amenazando con ello están en otra cosa; eso sí, tendrán que embotellar a Bildu. Da la impresión de que en la dirección del PP esto lo tienen claro. Se han visto gestos en este sentido por parte de Ayuso durante su última visita a Barcelona y Casado ya lo había hecho durante la campaña de las elecciones catalanas. El Ibex y los sindicatos mayoritarios, miembros conspicuos de la sociedad civil, siempre han estado ahí.
De lo que muchos parecen sorprenderse es del éxito de Más Madrid. Cualquiera que haya seguido atentamente la trayectoria de Errejón no debería asombrarse. Desaparecido Ciudadanos, Errejón aspira a ocupar el centro del espacio político desde la izquierda. De nuevo, tiene un excelente modelo en Alemania: Los Verdes. Esta organización fue parida por los líderes alemanes de Mayo del 68 francés -Joschka Fischer y Daniel Cohn Bendit- a principios de los 80. De sus orígenes, como partido antisistema, acá ha pasado mucha agua bajo los puentes en coalición con los socialistas. Hoy Los Verdes se autodefinen como un partido de centro-radical (UE, ecología, economía mixta, oposición a China); en 2008 gobernaron por primera vez en coalición con los cristianodemócratas en Hamburgo, y hoy el CDU les tira los tejos para gobernar con ellos a escala federal.
Errejón es más peligroso que Iglesias para el PSOE; Más España va a intentar demostrarlo, quizás a partir de las próximas generales.
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