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En las pasadas elecciones en Andalucía, el PSOE dejaba de ser el partido hegemónico en aquella Comunidad Autónoma y un Moreno Bonilla, sin excesiva carga ideológica y con un discurso templado y sin estridencias, distinto al habitual de la insensata lideresa madrileña, obtenía mayoría absoluta. ¿ ... Son extrapolables estos resultados al escenario nacional? No necesariamente, pero son unos resultados que han obligado al PSOE a reaccionar.
Lo que si me preocupa es el discurso disgregador de las responsables de Podemos, y sus ilimitados esfuerzos por evitar que se perciba al PSOE como el autor de las importantes y necesarias medidas para afrontar los efectos de la pandemia y de la invasión de Ucrania por el autócrata Putin. No es fácil aceptar el afán de Podemos por generar disonancias sobre las decisiones que adopta un Gobierno del que forma parte como socio minoritario. Parecería que con esa estrategia, Podemos pretendiera diferenciarse del PSOE en el seno del propio gobierno de coalición y negarse a 'sumar' en el proyecto que intenta levantar Yolanda Díaz.
La ciudadanía necesita respuestas creíbles y percibir seguridades en la acción de gobierno, algo que el PSOE se esfuerza en ofrecer, pero hay sectores, teóricamente situados a su izquierda, que con esfuerzos disonantes de sobreactuación lo que consiguen es desorientar al electorado progresista y sembrar dudas sobre una oferta política socialdemócrata que tiene dificultades para optimizar las medidas adoptadas durante la pandemia y ahora con las gravísimas consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
El PSOE está obligado a resaltar su liderazgo en el Gobierno de coalición, cortar todo ruido interno y evitar, en el mensaje del propio gobierno, distorsiones e incluso contradicciones, que solo alimentan la desafección, el desencanto y la abstención. La sociedad española está saturada de la polarización y la crispación que ahogan el debate e impiden que la democracia funcione como sería deseable.
Ante un cierto declive democrático y frente a la ola reaccionaria que se percibe en algunos países europeos y en Estados Unidos, el PSOE necesita reaccionar para recuperar a sus votantes y consolidar un espacio reformista de liderazgo socialdemócrata que España sigue necesitando, salvo que los socialdemócratas aceptemos que la derecha solo debe esperar a la sombra y recoger el poder como si habláramos de un fruta madura.
Muchos ciudadanos están de acuerdo con las medidas y acciones aprobadas por el Gobierno, aunque estimen insuficientes algunas de ellas, pero lo que necesitan percibir con cierta claridad es que esas medidas forman parte de un proyecto más sólido y de largo recorrido, que están dispuestos a compartir depositando su confianza en las urnas y superando posibles desánimos. Porque la impresión cierta es que el Gobierno de España, con sus políticas, está actuando con medidas para ayudar a las familias y a las empresas de forma similar a como están actuando otros países como Francia, Portugal, Italia o Alemania, aunque a los conservadores, que escriben y opinan, no les guste esa forma de actuar. El lenguaje desmesurado e imprudente, repetido por una cohorte de portavoces afines repartidos en los territorios, impide un debate racional, porque frente al argumento se responde con el tópico catastrofista o la descalificación.
La banca, pongamos por caso, se agita por un impuesto excepcional de duración limitada, que otros países aplicaron ya en 2008, pero no tiene empacho en cobrar más y nuevas comisiones a los usuarios y en multiplicar las dificultades para que los ciudadanos sean tratados como clientes de una banca minorista.
En momentos preocupantes como los actuales, cuando la inflación está produciendo efectos indeseados en el consumo y nos inquietan los problemas que se derivan de la agresión de Putin en Ucrania, que nos pueden arrastran a situaciones de verdadera emergencia, la ciudadanía esperaría mayor capacidad para el acuerdo y actitudes más realistas y responsables en los actores políticos conservadores, ver explicitado un mayor compromiso con un esfuerzo colectivo para repartir mejor las cargas y los sacrificios y que los agentes económicos y sociales alcanzaran un pacto de rentas, salarios y dividendos para asegurar mejor la equidad y la cohesión social y servir para limitar el alza de los precios.
Las exigencias y necesidad de respuestas globales a problemas globales (la inflación lo es), no casan bien con los inútiles discursos provincianos y cantonalistas. Sería más útil sustituir esos discursos de charanga por la presentación de talento empresarial, inversor, innovador y tecnológico que se sintiera acompañado en su esfuerzo por el sector público más cercano. Está bien demandar y confiar en inversiones procedentes de los presupuestos generales del Estado, pero ello debiera ir acompañado por el esfuerzo inversor de los presupuestos regionales. Porque la Comunidad Autónoma, la nuestra por ejemplo, tiene competencias fiscales para generar inversiones propias.
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