Restar

La observación de comportamientos desleales, contradictorios y mentirosos con la visión en el mismo flash de Vallecas y un casoplón deshizo muchas de las ilusiones de la gente que antes votaba a Podemos y que se fueron con la coleta del fundador y que ahora, en un espacio oportunamente ampliado, quiere reclamar y liderar Yolanda Díaz, la vicepresidenta comunista del Gobierno, que se ha identificado y toma la salida.

El PSOE necesitaba a alguien ahí que estaba pixelado aunque todos supiéramos quién era y que ahora presentó su cara más sonriente y bienvestida en Madrid. Lo hace con una imagen exageradamente femenina de acompañamiento, saltarina y feliz que quiere representar el Sumar de nuevo los anhelos de la izquierda, quizás un poco tarde después del descalabro electoral andaluz. Algo así como una caída en la curva de Mercaderes con Estafeta ante el toro del fracaso y que el corredor, en este caso la corredora, quiera levantarse rápido tras el resbalón sin que se le caiga encima el Miura de la desaparición del partido.

La intención parece acertada, aunque las perspectivas no lo son tanto en un camino que ahora comienza lento y que se presume largo, sobre todo porque nace un pelín contradictorio, al menos visualmente: tanto defender la igualdad hombre-mujer para ir a caer al otro lado. Además, no sé si habrá sido acertado comenzar la cosa en el recinto del Matadero, que da 'yuyu'. Esa pelea dura y ministerial tendrá que producirse ahora en dirección contraria (mujer-hombre), dado que sólo se apreciaban mujeres en la foto de presentación. Tendrá que resurgir entonces una nueva plataforma de jóvenes varones entusiasmados y también dando saltitos que quieran 'Restar' en la búsqueda de un equilibrio imprescindible.

Lo peor de esta discriminación de los varones en la presentación de la plataforma en Madrid es que tuvo que faltar como es lógico Joan Baldoví arrastrando a su compañera de baile Mónica Oltra que no pudieron ir. Ella por estar procesada. Ya ven. Esa manía de prescindir de los alimentos procesados del ministro Garzón nos lleva a extenderlo exageradamente a todo. A Joan, sin duda, lo dejaron fuera por varón y por mayorcito, dos razones excluyentes y eso que llamó «chaval» al Rey en plan colega, pero parece que no fue suficiente, ni tampoco sirvió su actitud tan democrática de confesar que va a comprar el pan personalmente de vez en cuando. Incluso según reciente reflexión va muchas veces al súper y está claro que lo disfruta hablando con las cajeras sabiendo como sabe que alguna de ellas puede llegar a ministra, como ya sucedió otras veces.

Está claro entonces, bromas aparte, que ahora mismo toca restar más que sumar y además unas cuantas cosas muy evidentes:

La primera, y antes de nada, habrá que restar el camino de la ignominia de conveniar con Bildu una ley de Memoria Democrática, además justo en el 25 aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco. Eso, antes de nada. Habrá que restar, asimismo, reuniones ignominiosas de igual a igual en Cataluña. Habrá que restar gastos y subvenciones a destajo. Habrá que restar ministerios y asesores. Habrá que restar ecologismo de salón que impide valorar la energía nuclear y el fracking para luego comprar electricidad a Francia, que la obtiene de ese tipo de energía, o gas carito a Estados Unidos, que lo obtiene de la inyección hidráulica. Habrá que restar como sea la inflación para ayudar a los miembros del 'Club del Remo', que son casi todos los ciudadanos, que tienen que remar fuerte para llegar a fin de mes. Y, sobre todo, habrá que restar fechas para la convocatoria de unas elecciones generales. Ahí está el quid.

De esa forma sí se podrá empezar a hablar con los ciudadanos, a sumar y a mejorar las cosas rápidamente... como otras veces.